Con citas de Manuel Gálvez y José Luis Romero, el historiador Víctor García Costa abre su biografía de Alfredo Palacios (1878-1965), dándonos la clave de lectura de este monumental trabajo documental que le llevó casi treinta años procesar y que es el mejor y más completo sobre el recordado abogado, legislador, político y profesor socialista.
En el libro En el mundo de los seres ficticios, Gálvez dice: “Palacios es uno de los grandes argentinos de este tiempo. Lo es por su idealismo, su desinterés, su nobleza, su caballerosidad, su patriotismo, su hispanismo, su antiimperialismo, su talento oratorio y su obra de profesor y parlamentario”.
En La figura de Alfredo Palacios, Romero destaca: “Durante tanto tiempo nadie hizo tanto por las ideas por las que luchaba, nadie fue un actor tan decidido, nadie fue un testigo tan fidedigno y nadie ejerció como él ese papel de ‘fiscal de la República’ que él mismo se asignó”.
Las citas elegidas por García Costa son más que pertinentes en un doble sentido. Por un lado, resaltan los valores que el propio autor se encarga de reafirmar durante el desarrollo de la investigación, y por otro, muestran la necesidad de rescatar de nuestro pasado reciente a un dirigente que remita a un modo de vida y una forma de hacer política poco frecuentes.
En este sentido, Alfredo Palacios. Entre el clavel y la espada. Una biografía —que va por su cuarta publicación— es un libro de una actualidad extraordinaria, en medio de un proceso en el que mucho se habla de la vuelta de los jóvenes a la militancia, tras años de desprestigio de la política como vía de transformación de la realidad.
Desde pautas éticas y sentir patriótico, Palacios defendió con la misma convicción y vehemencia los valores de la igualdad, la libertad y la solidaridad social, desempeñándose como abogado, político o profesor universitario. Su austeridad le valió una vida de grandes privaciones, y falleció en absoluta pobreza. Por todo esto, en la conciencia colectiva se intuye su importancia y trascendencia, aunque no se lo conozca en profundidad.
Esta biografía es una gran oportunidad para descubrir al hombre que hay detrás de este símbolo, más aún teniéndose en cuenta que García Costa compartió con él momentos de la historia reciente, que hoy siguen siendo motivo de encuentros y desencuentros en la Argentina. Como adelanta la contratapa, aquí podremos saber sobre su infancia estigmatizada por ser hijo natural, las primeras luchas, los amores, los vuelos en globo con Jorge Newbery y los duelos a sable y a pistola de arzón. Además, Palacios construyó el nuevo derecho de los trabajadores, entroncó el socialismo internacional en raíces nativas, hizo práctica de la auténtica Reforma Universitaria, se convirtió en el tribuno de los niños argentinos sometidos al abandono y la explotación, y fue un gran defensor de los derechos de la mujer.
El escritor español Gregorio Marañón decía que “la capacidad de entusiasmo es signo de salud espiritual”, y en esta obra, Víctor García Costa logra transmitir su entusiasmo por la política a partir de la reconstrucción de la vida de Alfredo Palacios, quien no debería estar ajeno en la discusión de nuestro presente y nuestro futuro.
(*) La Palabra de Ezeiza, página 4, jueves 3 de marzo de 2011.