Por José María Marcos (*)
Las hembras de aquel lejano planeta habían sido las creadoras de la Tierra. El ilustrísimo Dr. Edmundo Mazza había llegado a esa conclusión, y cuando surgió el programa de voluntarios para una futura exploración nos anotamos todos los que anhelábamos descubrir los misterios del cosmos.
Espiábamos a las diosas mediante satélites, y según el protocolo del Dr. Mazza, era obligatorio contemplarlas a diario, para habituarnos a su cautivante belleza. En un futuro cercano contactaríamos y ninguno de los expedicionarios debía acoplarse con ellas. Pese a esto, cada uno tenía a su preferida.
Tras años de estudio, el desembarco en aquel mundo se produjo sin ningún tipo de complicación, pero, apenas vieron nuestras naves, las deidades desaparecieron como por arte de magia. Largas jornadas buscamos en vano, mientras que desde la base nos confirmaban su desvanecimiento.
En una solitaria excursión me sorprendió una tormenta descomunal y hubiera muerto de no ser porque una poderosa divinidad me arrastró, desmayado, hacia una cueva. Al despertar, supe que se trataba de la creadora que había elegido en secreto y, durante algunas horas, pude adorarla igual que en mis sueños.
Esa noche, mientras hacíamos el amor, sentí que nuestra unión abarcaba el universo y fui feliz por primera vez en mi vida. En el encuentro coincidían el antes, el ahora y el mañana, y cuando llegamos al punto más álgido de la existencia, aquella hermosa mujer comenzó a crecer de una manera imposible de describir con toscas palabras.
No sé en cuánto tiempo se fue expandiendo, quizás semanas o meses, pero terminé en el centro de una población rural, donde se habla un erosionado castellano. Su piel, debajo de mis pies, es una superficie roja y cautivante.
Hace años que vivo aquí, entre hombres y mujeres que se ríen de mis historias, de mi acento, y descreen vulgarmente de mi explicación sobre el Día de la Creación. Les cuesta aceptar que nuestra Madre Tierra sea también una mujer enamorada.
(*) El relato forma parte de la edición Nº 104 de miNatura, dedicada al género breve fantástico. Especial “Opera Space”.