Palabras de José María Marcos en la presentación de La perplejidad de los cuervos (Caburé, 2025), de Daniel Roncoli, en el Teatro Italia (Cañuelas), el viernes 14 de noviembre de 2025.
Buenas noches. Es una alegría estar en Cañuelas, celebrando la salida de La perplejidad de los cuervos, la nueva novela de Daniel Roncoli. Agradezco a Daniel la invitación a acompañarlo en esta presentación en el Teatro Italia, junto al periodista Osvaldo Príncipi, de notable y reconocida trayectoria, quien nos ha deleitado tantas veces en sus distintas facetas; junto a los músicos Nachito Ottone, Leo Mennitto y Juan Fracchi; junto a todos ustedes.
1
¿Qué cuenta La perplejidad de los cuervos?
En principio, arranca cuando un viejo periodista, jubilado, Enrique Abedis Jano, sufre un misterioso accidente en la cancha de San Lorenzo.
Un lunes, con la cancha vacía, el periodista sube a la Tribuna Este del Nuevo Gasómetro y allí se desvanece y se cae, padeciendo un accidente, un golpe en la cabeza, que lo lleva a ser internado.
En apariencia, Jano la sacó bastante barata, porque no tiene huesos rotos ni ninguna lesión interna, pero algo pasó en su cabeza: de pronto se le borraron los últimos años y Jano cree que todavía trabaja en la revista El Mérito, que cerró hace un par de años, y que su tarea es coordinar una edición por el centenario.
El médico opina que tal vez sea mejor seguirle la corriente: el olvido seguramente es momentáneo y, en breve, recuperará su ubicación en el presente.
Así, amigos, allegados, la familia, deciden sumarse a esta ensoñación de Jano y convierten la habitación de internación en la redacción de la revista El Mérito, desde donde empieza a tejerse y destejerse La perplejidad de los cuervos.
Es una maravilla este comienzo. Misterioso. Contundente. Prometedor.
2
Hago un paréntesis en relación a la escritura de Daniel. He tenido la dicha de leer varios de sus libros, y él posee una característica que, con maestría, sabe recrear en cada nueva historia. Daniel construye sus textos prestando especial atención a los detalles, a cada acción que va conformando ese entramado de minúsculas acciones, producto del azar, la voluntad, el destino, la geografía, que nos van moldeando. Es como si, de golpe, pudiéramos escribir sobre la presentación de esta noche y narráramos por qué cada uno de nosotros está aquí.
¿Por qué estamos con Osvaldo sentados, arriba del escenario, al lado de Daniel?
¿Por qué cada uno de ustedes quiso venir a esta celebración?
¿Se imaginan la cantidad de cosas que hay para decir?
Haríamos una novela si pudiéramos responder todas las preguntas.
3
En La perplejidad de los cuervos, Daniel pone énfasis en esas conexiones que nos transforman en una comunidad.
A partir de lo que le sucede al viejo periodista en la cancha de San Lorenzo y su pérdida de memoria (o, podríamos decir, en la recuperación de la memoria), empezamos a enterarnos de que fue boxeador amateur, que tuvo un amigo que se hizo profesional, con quien rivalizaba y hasta competía por el amor de una chica del barrio.
En este tránsito, Jano y sus compañeros de El Mérito se van entusiasmando y efectivamente empiezan a trabajar para producir la edición especial, reuniendo las mejores notas del siglo. Y así vemos desfilar, en los artículos, a infinidad de personajes: Muhammad Alí, Monzón, Bonavena, Maradona, por citar un puñado.
En paralelo, nos vamos enterando de qué pasó entre Jano y su amigo de juventud, el boxeador profesional, que se fue a triunfar a los Estados Unidos. ¿Qué sucedió? ¿Dónde quedó esa amistad?
De este modo, la novela, por un lado, recrea el ambiente de las míticas redacciones que Daniel, como periodista, conoció de primera mano, con mucha música de tango de fondo, con su poesía, su sabiduría, y, por otro, hay una suerte de novela de intriga que se va desplegando para entender qué hacía Jano en la cancha en el momento del accidente.
4
Llegando a este punto, quisiera mencionar algunas referencias literarias, porque el libro lo amerita.
Me encanta pensar esta novela dentro de la tradición del Don Quijote de la Mancha (1605), de Miguel de Cervantes Saavedra, donde a un lector se le seca el cerebro por dormir poco y leer demasiado, lo que provoca que se le nuble el juicio y crea que está viviendo dentro de una novela de caballerías.
El periodista Jano es una suerte de quijote contemporáneo: se embarca en el imposible de producir el número aniversario de una revista que ya cerró, pero que sigue viviendo en el recuerdo de muchos de los que vivieron la misma época.
Y lo más interesante: esa quijotada produce efectos en el presente, y ese imposible empieza a tomar forma.
Otro aspecto a destacar es que algo que Daniel hace explícito con una nota en el comienzo. En esas páginas iniciales, aclara que la novela contiene fragmentos de entrevistas, crónicas y relatos de hechos deportivos publicados en El Gráfico, escritos por Ernesto Cherquis Bialo (1940), aunque no se consignan cuáles son y los entrevera con su prosa. Es muy relevante este gesto, porque muestra la fuerza de los textos surgidos en esas redacciones periodísticas. Es un recurso que tiene una larga tradición que se entroncaría con las técnicas del copy-paste, del collage o las citas, propuestas, por ejemplo, desde el neoconceptualismo, como métodos para crear una nueva obra. No hablo del vulgar copiar y pegar, sino de la recreación, la jerarquización, la puesta en valor de quien vuelve a poner en escena este material.
Daniel toma este camino y lo hace con mucha pericia.
5
A nivel literario, es destacable cómo Daniel va diseminando pequeños giros, con la intención de anticipar el contenido de la novela.
Para ilustrar este aspecto, les leo el comienzo de la novela. Presten atención a los términos y a las imágenes que usa:
Aún con la abulia de erigirse en plagiario de la piedra ignota que se desmorona por la ladera de una alta montaña, el periodista Enrique Abedis Jano rodó de manera irregular, golpeándose en forma alternada el cráneo, el rostro, los miembros y el tronco, tanto en su exposición frontal como dorsal. Cayó a través de la tribuna Este del Nuevo Gasómetro como si hubiera sufrido un vahído. O peor todavía, como si hubiese perdido, por un instante, la conciencia. Su desplome fue el de un peso muerto, amorfo. Un saco de vísceras y huesos inmunes a cualquier instinto de supervivencia.
Me encanta este párrafo. Es como si fuera el pasaje de la crónica de la caída de un boxeador.
Y claro: además de ser la caída del viejo periodista Jano, es la caída del boxeador que fue Jano en su juventud. Es una extraordinario cómo logra fusionar en una escena esos dos tiempos, que son los que se mezclan en la novela.
Un alguito más de los símbolos que aparecen: lo que cambia todo para que arranque la historia es un golpe. Quienes aman el boxeo saben lo que significa. Como dice Jano cuando cuenta su historia: soñaba con ser campeón de boxeo como sueñan aquellos a los que les duele la vida.
Y otro símbolo, que no es menor: la cancha vacía. ¿Cómo no nos vamos a golpear la cabeza contra una pared, cuando sentimos que la cancha está vacía?
Hay un refrán popular que dice que no hay nada más triste que un teatro vacío.
Lo mismo podemos decir de los estadios. ¿Qué sería de los estadios sin los deportistas, sin los hinchas, sin la pasión que pone cada ser humano para hacer posible un sueño colectivo?
6
Cierro con una imagen.
Veo a Daniel en la tribuna del Club Cañuelas. Alienta a su club, entre gradas vacías.
No sé si está en el Estadio Arín, en Uruguay y San Juan, o en el viejo Cajón de Del Carmen y Matheu.
Quizá se encuentre en una cancha que es una síntesis de todos los canchas.
Daniel llegó sonámbulo, a medianoche, y, como el protagonista de La perplejidad de los cuerpos, pisó mal en una escalón y rodó cuesta abajo, donde lo esperaba la inspiración para escribir esta novela.
Gracias, Daniel, por haber hecho algo con ese golpe, con esa iluminación; y gracias por habernos reunido aquí, como Jano, para tener conciencia del hilo invisible que une nuestras vidas.
.jpg)


.jpg)
.jpg)
.jpg)



.jpeg)
.jpeg)

















