Con motivo del 50° aniversario de la célebre novela, se presentaron la nueva edición de Las tumbas (Catalpa, 2022) y Las tumbas, guion cinematográfico (Muerde Muertos, 2022), “Le mandé el manuscrito de Las tumbas a un amigo mío, el poeta Leónidas Lamborghini, quien me contactó con un editor y ahí comenzó la historia”, recordó el autor.
Yasmín Fardjoume (Catalpa), Enrique Medina, José María Marcos (Muerde Muertos), Alejo Hernández Puga (Catalpa) y Raquel Buela (Muerde Muertos). Jueves 15 de diciembre de 2022 en La Giralda.
“La nueva edición de Las tumbas me provoca la misma emoción de la primera publicación en 1972. Es como si recién hubiese terminado de escribir el libro. Eso me llena de alegría. De algún modo sigue vivo el espíritu de aquel chico que tuvo que luchar tanto, que tenía tantas ilusiones, y que después de probar en otras áreas artísticas, como la pintura, el cine o el teatro, encontró su plenitud en la literatura. A partir de Las tumbas, pude escribir una serie de libros que me representan, más allá de los cambios que vamos teniendo con el paso de los años”. Así lo señaló el escritor Enrique Medina durante el lanzamiento de Las tumbas (Catalpa, 2022) y Las tumbas, guion cinematográfico (Muerde Muertos, 2022), realizada el jueves 15 de diciembre de 2022, con motivo del 50° aniversario de la primera edición de esta obra. En el bar porteño La Giralda (Corrientes 1453), Alejo Hernández Puga, Yasmín Fardjoume y José María Marcos hablaron de las flamantes ediciones y mantuvieron un diálogo con el autor, que lleva más de cuarenta publicaciones. Entre otros colegas estuvieron presentes Claudia Piñeiro, Sebastián Muape, Marcos Caruso, Antonio Las Heras, Luis Vázquez, Luis Alexis Leiva y Benjamín Naishtat.
LA EDICIÓN DE CATALPA
En la apertura, Alejo Hernández Puga (Catalpa) señaló: “El motivo que nos trajo a La Giralda es celebrar el 50° aniversario de Las tumbas, un libro que cambió el panorama de la literatura argentina, irreverente, despojado de tabúes, que rompió cánones morales de una época dentro de la sociedad argentina, y por esto generó mucha identificación con la gente, que lo abrazó como uno de los libros más populares de nuestra literatura”. “En esta edición —agregó—, nos propusimos poner al texto en el centro. Dejamos de lado las referencias historicistas, entendiendo que la trama y su prosa generan un impacto que quisimos recuperar”. Por su lado, Yasmín Fardjoume (Catalpa) puntualizó: “Esta novela debería estar incluida en la currícula escolar, en los años superiores, como una forma de ingresar a la literatura argentina. Merece un lugar en nuestro canon, porque atraviesa generaciones, clases sociales, grupos de pertenencia, con puentes tendidos hacia el cine, o el deportes, como el fútbol y el box. Tiene un montón de capas de sentido que valen la pena redescubrir y se vinculan con nuestro presente”.
LA EDICIÓN DE MUERDE MUERTOS
Al referirse a Las tumbas, guion cinematográfico (Muerde Muertos, 2022), José María Marcos (editor y autor del prólogo) señaló: “En 2017, junto a mi hermano Carlos, homenajeamos a Enrique Medina con una adaptación gráfica de su novela Strip-tease, de la que participaron cuarenta artistas. Posteriormente, editamos sus libros de relatos Sinfonía infernal y La ciudad dorada. Lo hicimos porque es un referente que nos marcó como lectores al incorporar escenarios, voces, forma de decir, temas, que no estaban siendo abordados por la literatura argentina. Llegado el 50 aniversario de este clásico contemporáneo, decidimos sumarnos a la celebración con la edición de un guion que escribió el propio Enrique sobre su novela y que nunca se filmó. Lo hicimos en una edición facsimilar para que los lectores y las lectoras puedan apreciar el guion, con tachaduras y agregados del propio Enrique, como lo verían quienes están por filmar una película. Por un renovado uso del lenguaje, por la incorporación del punto de vista de los marginados de los grandes centros urbanos y por su capacidad de proponer imágenes, Las tumbas traía también la simiente de una corriente audiovisual, un cine tumbero y de escenarios marginales, que años después se fue consolidando masivamente. Creemos que este guion es un eslabón perdido (ahora recuperado) que señala esta conexión”.
LA PALABRA DE ENRIQUE MEDINA
—¿En qué momento comenzaste la escritura de Las tumbas?
—Nunca pensé que iba a ser escritor. Consideraba que iba a tener posibilidades en el teatro o en el cine, y estudié esas disciplinas. En cine y televisión fui cameraman, iluminador, realicé cortometrajes. Era un período complicado, no encontraba el camino para desarrollarme, y en esos años tomé la decisión de irme a Montevideo con una compañía de marionetas. Nosotros vivíamos en los camarines y ahí empecé a escribir. Por la mañana, tomaba apuntes sobre ese período montevideano y de ahí salió la novela Solo ángeles. Por la tarde, escribía Las tumbas. Mi primera intención era hacer un ensayo con este tema. Noté que lo que salía no me conformaba. Volví a un cuaderno donde había anotado algunas anécdotas. Me puse a releerlo y ahí descubrí que tenía que hacer una novela. En esos camarines terminé ambos libros. Le mandé el manuscrito de Las tumbas a un amigo mío, el poeta Leónidas Lamborghini, quien me contactó con un editor y ahí comenzó la historia.
—¿Cuáles fueron tus lecturas fundamentales?
—De chico leía muchas revistas. Las alquilábamos por 5 centavos. Luego pasé a las novelas policiales que se conseguían en los kioscos y poco después llegaron las novelas de Balzac, Dostoievski, Hemingway y mucha literatura norteamericana. Gracias a un profesor de quinto grado, llegué a la literatura argentina. Daba libros difíciles para un chico, como Amalia de José Mármol, por ejemplo, pero su pasión me contagió el fervor por leer toda la literatura argentina. Así fue que, en aquellos años, leí el canon entero (más allá de algunos descubrimientos posteriores, como el de Juan Víctor Guillot) y entendí lo que se dejaba de lado. Entonces, me propuse narrar desde una primera persona fuerte, con un escenario y un lenguaje que se no hallaba en esos libros. Un escritor fundamental fue Louis-Ferdinand Céline, quien cambió la literatura francesa al publicar Viaje al fin de la noche (1932) apelando al argot y a los giros del habla cotidiana.
—En 1986 Teo Kofman llevó al cine tu novela Perros de la noche (1978) con gran éxito y dejó un hito dentro de un cine marginal que alcanzó su cima años más tarde. ¿Él podría haber filmado Las tumbas (1972)?
—Hubiera sido el director ideal. Sin embargo, luego de estrenarse Perros de la noche, él ya tenía otro planes y no se dio. Ricardo Feliu (productor de Perros de la noche) me ofreció que la filmara yo. Pensé que lo mejor sería que lo hiciera otra persona, para que le aportara otra mirada. Tendría que haberme animado, como hizo Dalton Trumbo, quien escribió la novela Johnny fue a la guerra (1936) y, años más tarde (en 1971), dirigió la adaptación al cine y recibió importantes premios.
—De chico leía muchas revistas. Las alquilábamos por 5 centavos. Luego pasé a las novelas policiales que se conseguían en los kioscos y poco después llegaron las novelas de Balzac, Dostoievski, Hemingway y mucha literatura norteamericana. Gracias a un profesor de quinto grado, llegué a la literatura argentina. Daba libros difíciles para un chico, como Amalia de José Mármol, por ejemplo, pero su pasión me contagió el fervor por leer toda la literatura argentina. Así fue que, en aquellos años, leí el canon entero (más allá de algunos descubrimientos posteriores, como el de Juan Víctor Guillot) y entendí lo que se dejaba de lado. Entonces, me propuse narrar desde una primera persona fuerte, con un escenario y un lenguaje que se no hallaba en esos libros. Un escritor fundamental fue Louis-Ferdinand Céline, quien cambió la literatura francesa al publicar Viaje al fin de la noche (1932) apelando al argot y a los giros del habla cotidiana.
—En 1986 Teo Kofman llevó al cine tu novela Perros de la noche (1978) con gran éxito y dejó un hito dentro de un cine marginal que alcanzó su cima años más tarde. ¿Él podría haber filmado Las tumbas (1972)?
—Hubiera sido el director ideal. Sin embargo, luego de estrenarse Perros de la noche, él ya tenía otro planes y no se dio. Ricardo Feliu (productor de Perros de la noche) me ofreció que la filmara yo. Pensé que lo mejor sería que lo hiciera otra persona, para que le aportara otra mirada. Tendría que haberme animado, como hizo Dalton Trumbo, quien escribió la novela Johnny fue a la guerra (1936) y, años más tarde (en 1971), dirigió la adaptación al cine y recibió importantes premios.
—¿Cuál es tu relación con los bares porteños? Están presentes en muchos de tus relatos.
—Siempre escribí en los bares. Cuando no tenía casa propia ni un espacio para escribir, visitaba estos lugares. A La Giralda vine durante muchos años. Me sentaba en el fondo donde había un teléfono público. Anotaba lo escuchaba lo que la persona hablaba por teléfono y dejaba espacio para completar lo que supuestamente le estaban respondiendo del otro lado. Así fui aprendiendo a construir diálogos. En La Giralda, La Academia y 36 Billares escribí muchos cuentos, pasajes de novelas, infinidad de textos. En los bares se crea un ambiente fantasmagórico, donde se mezcla lo profundo con lo circunstancial, muy joyceano y, también, muy argentino. Por eso me gratifica haber realizado aquí este encuentro.
En el cierre, Medina señaló: “Tengo mucho que agradecerle a Dios. Incluso siento gratitud por los momentos malos, porque me ayudaron a valorar los buenos. Hoy estoy plenamente feliz y me siento privilegiado, en un mundo cada vez más complejo. La tozudez de mi carácter me ha permitido seguir adelante y llegar a celebrar el 50° aniversario de Las tumbas. ¡Qué más puedo pedirle a la vida!”. Tras la presentación, Medina tuvo un mano a mano con sus lectores y firmó ejemplares de sus libros.
—Siempre escribí en los bares. Cuando no tenía casa propia ni un espacio para escribir, visitaba estos lugares. A La Giralda vine durante muchos años. Me sentaba en el fondo donde había un teléfono público. Anotaba lo escuchaba lo que la persona hablaba por teléfono y dejaba espacio para completar lo que supuestamente le estaban respondiendo del otro lado. Así fui aprendiendo a construir diálogos. En La Giralda, La Academia y 36 Billares escribí muchos cuentos, pasajes de novelas, infinidad de textos. En los bares se crea un ambiente fantasmagórico, donde se mezcla lo profundo con lo circunstancial, muy joyceano y, también, muy argentino. Por eso me gratifica haber realizado aquí este encuentro.
En el cierre, Medina señaló: “Tengo mucho que agradecerle a Dios. Incluso siento gratitud por los momentos malos, porque me ayudaron a valorar los buenos. Hoy estoy plenamente feliz y me siento privilegiado, en un mundo cada vez más complejo. La tozudez de mi carácter me ha permitido seguir adelante y llegar a celebrar el 50° aniversario de Las tumbas. ¡Qué más puedo pedirle a la vida!”. Tras la presentación, Medina tuvo un mano a mano con sus lectores y firmó ejemplares de sus libros.