“El fondo del corazón es árido. El hombre siembra sólo aquello que puede… y lo cuida”. Stephen King, Cementerio de animales

Solo Tempestad | El rock como territorio

Por José María Marcos | Para Solo Tempestad | Especial “El rock es mi forma de ser” | Miércoles 4 de septiembre de 2019

Tres ensayos sobre rock (China Editora, 2014), de Sergio Massarotto, está compuesto por: “Acerca de Like Clockwork”, “Simon Reynolds y el problema del tiempo” y “Spinetta, Pappo y las formas del duelo”. El autor es además compositor, instrumentista, cantante y docente, y en su análisis podemos leer también una declaración de principios acerca de cómo interpretar un álbum, la crítica de rock como disciplina y los horizontes de la región donde se pliega y se despliega el rock.
En la primera parte, el autor hace una lectura de Like Clockwork (2013), el sexto disco de Queens of the Stone Age, banda fundada por Joshua Homme (EEUU, 1973), referente del stoner y otros subgéneros. “Hay discos de rock —sino todos— que pueden entenderse como el manifiesto explícito o inconsciente de dar cuenta de cierta forma de vida. Es el caso y el pulso que impera en los álbumes de Queens of the Stone Age; una especie de fenomenología de la experiencia humana en determinado medio”, comienza Massarotto, para luego describir la geografía donde se inscribe (el desierto, California, Los Ángeles, la Costa Oeste) y la forma en que “las relaciones entre los músicos, cada cambio de formación, cada contexto y los posicionamientos en esos ambientes” influyen en el resultado final del objeto creado. Esboza algunos puntos esenciales de la biografía de Joshua Homme (desde su banda Kyuss hasta la salida de Like Clockwork, señalando que “haber estado al borde de la muerte fue la experiencia que, según el propio Joshua, lo movió a componer estas canciones”), para hacer un análisis de cada track, deteniéndose en detalles de la composición, la letra, el sonido, la instrumentación, y llega a la conclusión de que Queens of the Stone Age entregó un disco “profundo, con una música cargada de cuestionamientos existenciales y melancólicos —no muy nostálgicos— pero a la vez con un componente muy claro de dureza y sexualidad”. Consigna además que los videos de promoción (con una atmósfera entre industrial, desértica y postnuclear), junto con el trabajo artístico de Boneface y Liam Brazer, ayudaron a espesar la identidad de este icónico álbum.
En “Simon Reynolds y el problema del tiempo”, hace una lectura crítica de Postpunk: romper todo y empezar de nuevo (Caja Negra, 2013), de Simon Reynolds, advirtiendo que el autor inglés habla de un “periodo musical que coincidió con su propia juventud”. Desarrolla cuáles son los procedimientos de Reynolds, deja constancia de su enorme bagaje cultural y señala que “así como la pregunta por la existencia del Estado antes de la Modernidad es válida o si hay estética antes de Kant, la pregunta de si hay crítica de rock antes de Reynolds corre con similar fuerza”. Reconociendo su valor como pilar de una nueva disciplina (“pareciera que se escribe con Reynolds o contra él, y eso es un gesto que denota relevancia”) y destacando que Postpunk: romper todo y empezar de nuevo ayuda a comprender parte del movimiento local (“leer el libro de Reynolds es explorar y meterse lateralmente en el rock argentino desde el comienzo de los ochenta hasta acá”), Massarotto cuestiona la forma del tiempo elegida por Reynolds para contar la historia de postpunk donde se podría hablar de épocas doradas o futuros ideales (“Reynolds es un iluminista y sueña y ama la invisible, calculable y coherente racionalidad”), que tiene en mente un paraíso postpunk (“un final de la historia de corte progresista”). Recurriendo a Borges, propone pensar que “el tiempo de la cultura se parece más a una espiral que siempre va pasando por los mismos lugares solo que a diferentes alturas”, y se pregunta: “¿No será, en última instancia, la arbitrariedad bien argumentada y la subjetividad justificada lo que configura las operaciones críticas?”, para responderse: “En este sentido, Reynolds caería —como todos— en la zona señalada por Burke; tomando un momento que afectó su sensibilidad, su ilusión juvenil, y elevándolo hacia figuras de derecho, a la esfera del deber ser. (...). Contra esto nada podemos hacer. La fe en otras cosas invisibles que nos movilizan, la creencia en una esfera pública del discurso y una objetividad —configurada en el mejor de los casos como un cruce pulido de subjetividades, pero objetividad al fin— son posibilidades, pero no deja de ser un registro de fe, apuesta, y arrojo descartar cuanto de subjetivo hay en las categorías que manejamos y con las cuales nos volcamos a la escritura crítica”. Sugiere, de este modo, estar con la guardia alta ante la trampa de la añoranza por el pasado y el porvenir.
Cierra el libro el ensayo “Spinetta, Pappo y las formas del duelo”, el más extenso de los tres y el que articula los anteriores. Analiza las diferencias entre ambos próceres a partir de dos anécdotas que marcan el momento en que sus caminos comenzaron a separarse. La primera: “Cuando el líder de Almendra se fue de viaje por Europa le entregó a Napolitano su guitarra acústica con la cual había compuesto canciones relevantes de su banda como ‘Figuración’, entre otras. Napolitano la recibió con gusto, luego la vendió”. La segunda: “Hay una canción, incluida por ambos artistas en discos respectivos, que explicita la bifurcación de dos vías. Luis Alberto Spinetta la llamó ‘Castillos de piedra’ y Napolitano ‘Hay tiempo para elegir’. Desde el título son ineludibles las marcas de dos estéticas diferentes. La opción de Spinetta por la imagen medieval y la otra cercana y bien subjetiva escogida por Pappo —acá lo subjetivo entendido como relativo al sujeto, sus elecciones e intereses; el ego moderno”. Así, dice Massarotto, “Pappo, en principio, rechaza: la guitarra de Spinetta, la poesía con pretensiones elevadas, lo acústico y la experimentación como causa final. Busca, en sus letras y música, un conocimiento claro y distinto que le garantice qué es el rock”.
Detectadas estas anécdotas que funcionan como símbolos de dos corrientes,  Massarotto va mostrando los modos en que Spinetta elige el camino del poeta iluminado, “la forma seria del sufriente inspirado sin esbozar una sonrisa”, y convocando a la ronda a Luis Almirante Brown (la parodia creada por Peter Capusotto), invita a los oyentes a “despojar al músico de Belgrano del aura y el nombre de poeta para restituirlo adonde verdaderamente pertenece: a la experiencia del rock”, “para que se vislumbre el valor de un músico de rock que siguió haciendo discos hasta el fin, cantando sobre todo, acerca del miedo a la muerte y la conciencia de la finitud, con la nobleza de armas que intentaron en todo momento esquivar lo convencional”. Aun cuando la balanza se inclina hacia la actitud vital de Pappo (“su trabajo es necesario”) y elogia tanto su decisión de delimitar un campo artístico como de levantar un rancho sin aspiraciones metafísicas,  señala: “Pappo se queda pasando el barrefondo en la pileta de la tradición. Y si comete un error es el exceso de buscar lo específico cuando lo propio del género es el robo, lo difuso y la desdramatización”. Entonces, poniendo un mojón en la comarca —de la cual es parte como crítico y músico—, Massarotto señala: “La experiencia del rock se unifica en la conciencia de que a fin de cuentas nada es tan serio. Es ese concepto lúdico primal el que le permite al rock sobrevivir como hecho cultural a través de la historia; corrompiendo lo que se considera sagrado en otras esferas, apropiándoselo para destrozarlo o deformarlo en alguna medida. Y es ese el elemento que lo vuelve tan complejo de teorizar y sistematizar. El rock abraza la no seriedad e incluso la exige en una mezcla que amenaza difuminar todo intento de objetividad crítica”.
Tres ensayos sobre rock es uno de los ebooks que publicó el sello China Editora y puede bajarse gratuitamente. Resulta interesante leerlo y escuchar el disco solista El resentimiento de los gauchos (2017), del propio Sergio Massarotto, donde el autor pasa de la recapitulación a la puesta en escena de una estética que se alimenta de la filosofía, la historia universal, la cultura del trabajo, la figura del gaucho, Cañuelas y el barrio Primero de Mayo, las lagunas bonaerenses, el devenir de las relaciones humanas, el gótico y las milongas sureras, las tensiones entre lo urbano y lo rural, con resonancias a Charly García, Alberto Merlo, José Larralde, The Doors, Vox Dei, Jack White, el Indio Solari, Pappo, Spinetta y hasta el desierto eléctrico de Joshua Homme.

Tres ensayos sobre rock 
Autor: Sergio Massarotto
Editorial: China Editora
Género: ensayo

Complemento circunstancial musical: El resentimiento de los gauchos, de Sergio Massarotto (Carancho Rojo Producciones, 2017). Temas: 1) Pescadores. 2) La cultura del trabajo. 3) Genghis Kan. 4) ¿Y qué es todo esto que percibo, señor? 5) Experiencia. 6) Kerosene. 7) Los días del verano. 8) No puedo dejarte sola. 9) Ya querés cargarte a uno. 10) El resentimiento de los gauchos. 11) Jinetes en la tormenta. 12) Música tranquila para escapar del poder y la paranoia. 13) Orillas del Salado/La estancia San José. (Todas las canciones compuestas por Sergio Massarotto a excepción de Jinetes en la tormenta (The Doors) y La estancia San José (Alberto Merlo). Arreglos: Sergio Massarotto. Guitarras, baterías, bajos y sintetizadores: Sergio Massarotto. Orquesta: Pequeña Orquesta de Cámara Primero de Mayo. 1º Violín: Pipino Viali. 2º Violín: Giancarlo Dallagamba. Viola: Roberto Cecconato. Cello: Giambattista Schiaffino. Contrabajo: Vittorio Cagliari. Grabado, mezclado y masterizado en Carancho Rojo Grabaciones (Cañuelas, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 2016-1017).