Por José María Marcos, especial para
INSOMNIA, Nº 214, octubre de 2015
La novela negra sigue convocando a escritores y lectores en
todo el mundo, y particularmente en Argentina sigue gestando nuevos espacios de
intercambio. A los festivales Azabache (Mar del Plata), BAN! (Buenos Aires), La Chicago Argentina
(Rosario), Semana Negra de Montevideo (Uruguay) y a los ya clásicos Getafe
Negro de Madrid (España), Semana Negra de Gijón (España) o Medellín Negro
(Colombia), se sumó Córdoba Mata, que tuvo se segunda edición entre el 7 y 10
de septiembre en la capital de la
Provincia , en el marco de la 30º Feria del Libro de Córdoba,
y entre el 11 y 13 en Mina Clavero y Cura Brochero.
El escritor Fernando López (creador y fundador de este
encuentro internacional de literatura negra y policial) señaló que esta edición
fue “muy positiva en todos los aspectos; por el interés de los autores
invitados, de todo el mundo, en querer participar en el evento; por el interés
de los lectores y no lectores en acercarse a escuchar los temas propuestos; por
la camaradería entre los autores, la amistad, la solidaridad y el intercambio
de ideas acerca del género”. Al referirse al actual entusiasmo por la novela
negra, el autor subrayó que “alguien dijo que toda buena novela es una mezcla
de géneros que incluye algún hecho delictivo. Ahora se la llama ‘novela de
crímenes’ y creo que en realidad el título más abarcativo es el de ‘novela
negra’, que incluye al relato negro, con detectives, policial, suspenso y
aventuras. Creo que hay consenso en general entre los autores, maravillados
cada vez más por la supervivencia del género como tal y su expansión hacia
todos los demás. ¿A qué se debe? A que la ficción puede atravesar todas las
barreras que no puede superar la crónica, que llega solo hasta la puerta de la
casa donde suceden los hechos: el autor de una novela entra por la puerta,
desayuna con los personajes, se baña con ellos y se mete a la cama a dormir o a
desfogarse. Ese es el encanto, creo”.
El Director de Córdoba Mata es autor de la saga del
detective Philip Lecoq —Falsa rubia con
tacones (I), Animales de la noche
(II), No te rías si me muero (III)
(2012/13) y Todo y nada es la verdad
(IV) (2015)—; también de Un corazón en la
planta del pie (2011, finalista en el concurso Novelas de Película Buenos
Aires Negra BAN! 2014); El mejor enemigo
(premio Universidad de Colima, México; 4º edición, 2010); Bilis negra (2005); Odisea
del cangrejo (primera finalista del premio Planeta Argentina; 2º edición,
2014); y Áspero cielo (2007). Obtuvo
el premio Casa de las Américas (Cuba) con su novela Arde aún sobre los años. Varios de sus cuentos fueron publicados en
antologías, diarios, revistas y suplementos culturales de Argentina, Chile, Cuba,
México, España, Suecia, EEUU e Israel. Para aquellos que quieran ingresar al
mundo de la novela negra, Fernando López recomendó: “Más allá de los clásicos y
los extranjeros, y facilitando elecciones democráticas de títulos, prefiero nombrar
autores. Cada vez hay más y los jóvenes vienen batiendo tambores: Horacio
Convertini, Martín Doria, Mariano Quirós, Matías Bragagnolo, Javier Chiabrando,
Lucio Yudicello, Esteban Llamosas y por lo menos 150 más”.
Pablo Yoiris, ganador del 1º Concurso de Novela Negra. |
REFERENTES DE LA LITERATURA POLICIAL
Y NEGRA
Córdoba Mata 2016 en Mina Clavero. |
Gran cantidad de público acompañó las actividades. |
Este año, Córdoba Mata contó con la presencia de numerosos
autores extranjeros, entre ellos Elmer Mendoza (México), Bartolomé Leal
(Chile), Eduardo Soto Díaz (Chile), Gustavo Forero Quintero (Colombia), Osvaldo
Reyes (Panamá), Milton Fornaro (Uruguay), Hugo Burel (Uruguay), Lorenzo Silva
(España) y Giorgio Ballario (Italia), quienes intercambiaron experiencias con
los argentinos Gabriela Cabezón Cámara, Manuela Centeno, Gastón Intelisano,
Gastón Tremsal, Guillermo Bawden, Guillermo Martínez, Guillermo Orsi, Fernando
Figueras, Carlos Marcos, Horacio Convertini, Javier Chiabrando, José María
Marcos, Liliana Escliar, Lucio Yudicello, Mariano Quirós, Mercedes Giuffré,
Orlando Van Bredam y Osvaldo Di Paolo, entre otros. INSOMNIA habló con varios de los protagonistas con la intención de
conocer más de la actualidad de la novela negra y policial.
MERCEDES GIUFFRÉ: LA
LUPA EN LO QUE ESTÁ MAL
Mercedes Giuffré. |
Mercedes Giuffré nació en Buenos Aires en 1972. Concurrió en
su adolescencia al taller literario de la poeta Hebe Solves y se licenció en
Letras en 1998. A
partir de entonces, ejerce la docencia universitaria y ha publicado tres
novelas, un ensayo académico, un libro de cuentos y una biografía, además de
cuentos en antologías, artículos de periodismo cultural en diarios y revistas
de Argentina y del exterior. Tiene una novela inédita ambientada en la Segunda Guerra
Mundial. Actualmente cursa sus estudios de posgrado en la Universidad de Buenos
Aires.
—¿Cómo definirías a
la novela negra?
—Es una derivación, la rama menos estudiada de los orígenes
del policial: la francesa. Me refiero a la que iniciaron a partir de la
traducción que hizo Baudelaire de Poe, autores como Émile Gaboriau, y que se
denominó “novela judicial”. En su momento, mientras la línea anglosajona viraba
hacia el enigma o la “novela problema”, los personajes de Gaboriau criticaban
el sistema corrupto que encarcelaba inocentes, y a las leyes que, en lugar de
proteger al débil, lo prejuzgaban. Medio siglo después, la novela negra hace
eco de los cuestionamientos al sistema y llega hasta la actualidad
reformulándose en cuanto a su forma. Hoy no hay un solo tipo de escritura de
novela negra. Lo que sí parece recurrente es la idea de constituirse a sí misma
como un espacio para decir lo que otros géneros no dicen, o dicen de otro modo;
esto es, analizar los males de la sociedad y pensar que no hay algo malo en el
sistema sino que el sistema en sí está mal.
—¿Por qué hay tanto
interés por esta literatura?
—Los cínicos y opinólogos de todo signo hablan de una moda,
de una impostura. Yo no comparto esa opinión. Creo que la novela negra es el
reflejo, en la literatura popular, de la necesidad de entender o de hablar de
lo que está pasando, de la guerra, de las superestructuras de poder mafioso y
corrupto, de la esclavitud, del mercado desenfrenado, de los agroquímicos, de
la crisis del modo en que se forjó la sociedad. Es entretenida, seguro, pero no
porque calle u omita temas dolorosos que preocupan o angustian al lector sino
porque tiene una dinámica que la vuelve accesible a él. Esto hace que algunos
esnobs la vean con sospecha. Pero eso no tiene la menor importancia en términos
literarios. Lo que sí la tiene, a mi juicio, es que la trama sea eficaz y en la
forma de cada obra se vislumbre, se imprima, alguna búsqueda estética, para que
la novela perdure más allá de esta supuesta moda. Es lo que pasa con Chandler,
con Hammett, con Leonard, por mencionar algunos que ya han sido probados.
—¿Qué libros
recomendarías para ingresar a este universo?
—Obras de este y de otros géneros relacionados, como la no
ficción o la crónica periodística, que tienen un ritmo afín (y es que se
escribe y se lee con el oído, como proponía Cortázar, o con el cuerpo, como lo
hacía Marguerite Duras). Recomiendo A
sangre fría de Capote, Operación
masacre de Walsh y todo lo que se encuentre de Roberto Arlt. Luego lo
genérico, claro. Los clásicos, en principio. El largo adiós de Chandler me sigue pareciendo una obra maestra.
Después la producción contemporánea y en nuestra lengua. Padura me gusta mucho.
Su personaje de Mario Conde me parece sumamente logrado e interesante. En
Argentina tenemos varios autores que merecen ser leídos y valorados. Guillermo
Orsi es uno de ellos. Recomiendo especialmente su última novela, Siempre hay alguien a quien matar, que
publicó este año el sello Revólver. Pero son tantos los que recomendaría que
acabaría siendo injusta al omitir alguno.
—¿Sobre qué temas
disertaste en el Córdoba Mata 2015?
—Participé de una mesa junto con Gabriela Cabezón Cámara,
Manuela Centeno y Liliana Escliar en la que hablamos sobre los roles de la
mujer en el género policial, ya sea como protagonista, criminal o de las
propias autoras. En lo que a mí respecta, sobre lo último, expresé que me
resulta irritante el hecho de pensar la autoría de una obra como una cuestión
de género; que hay obras bien o mal escritas y que si el autor o autora es
hombre o mujer no tiene la más mínima relevancia. Por otro lado, creo que
señalar o agrupar por género a las autoras, apelando a un supuesto cupo, es
seguir discriminando y a veces las mismas escritoras nos ponemos alegremente en
ese lugar. Por eso apelé a no admitir etiquetas de ningún tipo, a trabajar en
plenitud y libertad, empezando por uno mismo. Si eso hace que el éxito demore,
no pasa nada.
GUILLERMO MARTÍNEZ:
UN CRIMEN, UNA BÚSQUEDA, UNA INTRIGA
Guillermo Martínez. |
—¿Cómo definirías a
la novela negra?
—Un crimen (o varios), una búsqueda, una intriga.
—¿Por qué hay tanto
interés por esta literatura?
—Quizá porque plantea un desafío al lector, que marcha a la
par del detective, quizá porque abre submundos que se pueden explorar desde la
comodidad de un sillón.
—¿Qué libros
recomendarías para ingresar a este universo?
—Una selección ecléctica: La piedra lunar, de Wilkie Collins; El percherón mortal, de John Franklin Bardin, 7 ataúdes tallados a mano, de Truman Capote; Laura, de Vera Caspary; Si
muero antes de despertar, de William Irish; Diez indiecitos, de Agatha Christie; El talentoso Mr. Ripley, de Patricia Highsmith. Entre los
argentinos: La traducción, de Pablo
De Santis; Rosaura a las diez, de
Marco Denevi; Tuya, de Claudia
Piñeiro; El cerco, de Juan Martini; Luna caliente, de Mempo Giardinelli; Odisea del cangrejo, de Fernando López...
—¿Sobre qué temas
disertaste en el Córdoba Mata 2015?
—Una discusión sobre el artículo “Leyes de la narración
policial de Borges”, que está esencialmente contenida en “Leyes (y
transgresiones) de la narración policial”, que puede leerse en mi blog: http://guillermomartinezweb.blogspot.com.ar/2011/06/leyes-y-transgresiones-de-la-narracion.html
GUSTAVO FORERO
QUINTERO: EL MUNDO DEL CRIMEN AL DESNUDO
Gustavo Forero Quintero. |
—¿Cómo definirías a
la novela negra?
—Para mí, la novela negra es la novela de crímenes
contemporánea: presenta el crimen en su desnudez y deja al lector solo frente a
los límites mismos de la ley y el orden. De ahí su condición de novela social
pues reflexiona ante todo en el sentido del crimen para las sociedades
actuales.
—¿Por qué hay tanto
interés por esta literatura?
—El interés mundial por este género deriva del contexto de
la “globalización” del crimen en que vivimos. El crimen surge como el espacio
privilegiado para la internacionalización de las relaciones ilícitas entre
agentes del delito. El crimen trasciende las fronteras como no lo han podido
hacer las personas individualmente consideradas.
—¿Qué libros
recomendarías para ingresar a este universo?
—Recomiendo cuatro novelas latinoamericanas que ilustran muy
bien la dinámica contemporánea del crimen: Las
manos al fuego (2006), de José Gai Hernández (Chile); Los minutos negros (2006), de Martín Solares (México); Cruz de olvido (1999), de Carlos Cortés
(Costa Rica); y 35 muertos (2011), de
Sergio Álvarez (Colombia).
—¿Sobre qué temas
disertaste en el Córdoba Mata 2015?
—En Córdoba Mata tuve el gusto de hablar sobre “La violencia
institucional como disparador de la novela negra” junto con los escritores
Elmer Mendoza (México), Osvaldo Reyes (Panamá) y Néstor Ponce (Francia).
Coordinó Mirian Pino (Córdoba). Por su parte, tuve la fortuna de intervenir en
una charla sobre el género en Radio Nacional junto con los escritores Élmer
Mendoza y Lorenzo Silva.
MILTON FORNARO:
TESTIMONIAR LA REALIDAD
Milton Fornaro. |
—¿Cómo definirías a
la novela negra?
—De acuerdo a sus orígenes, que se remontan a la década del
20 del siglo pasado en Estados Unidos, es la variante norteamericana del género
policial que surgió de las páginas de revistas baratas y populares cuando otros
modelos narrativos dejaban de entusiasmar a los lectores. Fueron los editores
quienes advirtieron —tal vez por la caída de las ventas— la fatiga del público
con lo que se venía publicando, y sugirieron el cambio a los escritores. La
estática novela policíaca clásica no reflejaba la vertiginosa sociedad
norteamericana, con una realidad socioeconómica y política distante de la época
y de los valores victorianos. En síntesis: la novela negra surge como respuesta
a una realidad determinada y es realista y brutalmente expresiva (violenta en
su forma, en el tema y en los escenarios) y —en sus mejores autores— crítica
contra el entorno sociopolítico de los hechos tratados. Continúa siendo
entretenida y no descuida al lector, pero contiene elementos que le confieren
al género policial una importancia sociológica inédita. Creo que esto último
explica la trascendencia del género fuera de las fronteras de Estados Unidos en
una época determinada. Hoy el género negro está extendido y se verifica en
muchos países porque continúa siendo una eficaz herramienta para testimoniar
una realidad determinada y hacerla accesible a lectores, que tal vez están más
preocupados por la verdad que por la justicia.
—¿Por qué hay tanto
interés por esta literatura?
—En parte esta pregunta se contesta por la respuesta
anterior, aunque no hay que descartar las impresionantes operaciones de márketing
de las editoriales multinacionales ávidas de ganancias. Desde hace un tiempo se
etiqueta como novela negra cualquier ficción capaz de exhibir algún cadáver, o
de aprovechar un crimen para realizar una especie de turismo literario sobre
nórdicas estepas o polvorientas regiones neozelandesas, para poner ejemplos
cercanos. Se publica más de la cuenta, y al amparo de una moda se meten cantidades
industriales de gatos por liebre. El lector finalmente termina separando la
paja del trigo, y generalmente acierta.
—¿Qué libros
recomendarías para ingresar a este universo?
—Cosecha roja, de
Dashiell Hammett; El largo adiós, de
Raymond Chandler; El cartero siempre
llama dos veces, de James Cain; ¿Acaso
no matan a los caballos?, de Horace McCoy; 1280 almas, de Jim Thompson; A
pleno sol, de Patricia Highsmith; El
gran reloj, de Kenneth Fearing; Un
gato en el pantano, de David Goodis; El
pequeño César, de William Riley Burnett; Rosseanna, de Maj Sjöwall y Per Wahlöö; Asesinato en el Comité Central, de Manuel Vázquez Montalbán; Buffo & Spallanzani, de Rubem
Fonseca; La prueba del ácido, de
Élmer Mendoza; Los siete hijos de Simenon,
de Ramón Díaz Eterovic; Linchamiento de
negro, de Bartolomé Leal; Arena en
los zapatos, de Juan Sasturain; Luna
caliente, de Mempo Giardinelli; El
corredor nocturno, de Hugo Burel. Entre otros títulos.
—¿Sobre qué temas
disertaste en el Córdoba Mata 2015?
—Participé de dos mesas redondas. Una en Córdoba capital
intitulada “Tradición y cambios en el género en Chile, el Caribe y el Río de la Plata ”, junto al cubano
Marcial Gala, al chileno Bartolomé Leal y a mi coterráneo Hugo Burel. Luego, en
Mina Clavero estuve con los argentinos Fernando López y Raúl Argemí en una
conversación sobre el terrorismo de Estado, o algo así.
GUILLERMO ORSI:
BIENVENIDAS LAS NUEVAS FURIAS
Guillermo Orsi. |
—¿Cómo definirías a
la novela negra?
—Definir no es lo mío. Tal vez porque sospecho de los
definidores, las clasificaciones, vicios o virtudes propias de académicos,
gente que sabe mucho más que yo sobre estos temas. Novelar a lo negro es, en mi
experiencia, dejar caer algunos prejuicios de escritor que la iba de serio,
bolsas de arena cortadas para que el globo de la historia suba y encuentre sus
propios límites, no los que le impone la ortodoxia negro-criminal.
—¿Por qué hay tanto
interés por esta literatura?
—El interés disminuye cuando se trata de firmar contratos
dignos, ahí se impone siempre el capital (de los editores), aunque hay honrosas
excepciones entre editores independientes. Hay interés por “lo policial”,
fogoneado a diario por los medios amarillistas (no los del PRO, aunque
también), color que tiñe a buena parte de la prensa. Hay mucha confusión sobre
el tema, el mercado está bastante lejos de responder a las expectativas de los
autores. Hay lectores consecuentes, lectores apasionados y lectores
oportunistas (los que no compran tu libro pero esperan a que les firmes un
autógrafo en una servilleta). No son tantos como se dice, aunque la peste
podría diseminarse como el vampirismo, a medida que la realidad local y
universal “se acomoda” a lo negro.
—¿Qué libros
recomendarías para ingresar a este universo?
—De mis amigos: El gordo,
el francés y el ratón Pérez, de Raúl Argemí, que por estos días publica A tumba abierta. Los de la juventud de cuarentones:
Leo Oyola, Kike Ferrari, Gaby Cabezón Cámara y otros varios que no voy enumerar
hasta que no me recupere del Alzheimer. Distintos estilos y abordajes, la misma
furia por instalar lo que ellos creen que es lo nuevo. Pero como lo hacen con
talento, bienvenida esa furia. Y Miguel Ángel Molfino: su Monstruos perfectos es literatura de alto calibre.
—¿Sobre qué temas
disertaste en el Córdoba Mata 2015?
—No soy un disertante, no me pagan por eso. Apenas y no
siempre, por escribir. Hablamos con Marcela Melana y Fabián Mosello sobre “Malvinas
y la literatura”. En todas mis novelas rozo el tema, aunque nunca me atrevo a
hundirme en un pozo de zorro. No combatí esa guerra pero la viví como una
guerra de expiación, por la cual mucha clase media patriotera creyó que se
justificaba haber apoyado a la dictadura. El ensueño duró 45 días. La guerra
siguió y todavía estallan, en días soleados, algunos suicidios de ex
combatientes.
ORLANDO VAN BREDAM:
MATAR POR PASIÓN
Orlando Van Bredam. |
Orlando Van Bredam nació en Villa San Marcial (Entre Ríos)
en 1952 pero desde 1975 vive en El Colorado (Formosa). Es profesor en Letras,
licenciado en gestión educativa y magíster en la enseñanza de Lengua y Literatura.
Ha publicado libros de poesía, cuentos, microficciones y novelas. Entre estas
últimas, vinculadas al género negro se cuentan Teoría del desamparo, (Premio Emecé, 2007) y El retobado, vida, pasión y muerte del gauchito Gil (Ediciones
Continente 2011).
—¿Cómo definirías a
la novela negra?
—La novela negra es la aceptación a partir del policial
clásico de enigmas, de la complejidad social del mundo, de que el camino de la
justicia está plagado de obstáculos, de que los criminales están en todas
partes, incluso en la justicia.
—¿Por qué hay tanto
interés por esta literatura?
—Sospecho que el interés por el género proviene de que la
realidad (al menos la que construyen los medios) ha colocado al crimen en un
primerísimo lugar y esto estimula también su continuidad desde la ficción.
—¿Qué libros
recomendarías para ingresar a este universo?
—Recomiendo leer a los pioneros del género como Chandler,
Spillane y Hammett, aunque mi novela preferida es La bestia debe morir de Nicholas Blake, incluida en el Séptimo
Círculo, colección dirigida por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares y hoy
reeditada como la primera por su valor literario.
—¿Sobre qué temas
disertaste en el Córdoba Mata 2015?
—En Córdoba Mata integré una mesa sobre los espacios del
crimen, en mi caso, en el interior de Formosa donde vivo desde hace cuarenta
años y donde los asesinatos son escasos pero se caracterizan por su violencia
extrema y la torpeza con que son ejecutados. Nuestra gente no planifica,
simplemente mata arrastrada por una circunstancia pasional que lo desborda.
HORACIO CONVERTINI:
ESPIAR EL MAL POR UNA MIRILLA
Horacio Convertini. |
Horacio Convertini nació en Buenos Aires en 1961. Periodista
y escritor, es autor de las novelas La
soledad del mal (Premio Azabache 2012 y Memorial Silverio Cañada 2013), El último milagro (premio Extremo
NegroBAN 2013 y nominada al premio Dashiell Hammett 2014), El refuerzo (accésit del premio de
novela corta Gabriel Sijé 2009) y New
Pompey. También es un reconocido autor de literatura infantil y juvenil,
género en el que publicó las novelas El
misterio de los mutilados, La leyenda
de los invencibles, La noche que
salvé al Universo, Terror en Diablo
Perdido (premio Sigmar 2013), La isla
sin regreso, La orquídea de plata y
El robo de la máscara sagrada.
—¿Cómo definirías a
la novela negra?
—Es una novela escrita con estilo realista cuya trama y
personajes giran alrededor de un crimen (o de la posibilidad de un crimen).
—¿Por qué hay tanto
interés por esta literatura?
—Por morbo, porque es fascinante espiar por la mirilla un
escenario de crimen y muerte sin pagar consecuencias por ello, porque a veces
propone un enigma y resolverlo se vuelve una obsesión, porque a veces propone
un viaje por mundos marginales a los que jamás en nuestro sano juicio
pisaríamos, porque siempre, como dice Sasturain, la novela negra es la reserva
de la trama, y esa preocupación de sus autores por la historia es la tela de
araña que nos sujeta como lectores y nos atrapa una y otra vez.
—¿Qué libros
recomendarías para ingresar a este universo?
—Basado en el limitadísimo universo de mis lecturas,
recomiendo alguno de la serie Pepe Carvalho de Vázquez Montalbán (mientras no
sean el primero Yo maté a Kennedy ni Quinteto de Buenos Aires), alguno de
Simenon (sea del inspector Maigret o no), alguno de Soriano. De los canónicos,
Chandler y/o Hammett, desde luego.
—¿Sobre qué temas
disertaste en el Córdoba Mata 2015?
—El cruce de la novela negra con la literatura infantil y
juvenil. Moderé la mesa del homenaje a los bolsilibros de Bruguera a cargo de
los Muerde Muertos.
HUGO BUREL: EN BUSCA
DEL ORDEN PERDIDO
Hugo Burel. |
—¿Cómo definirías a
la novela negra?
—La novela negra es para mí primero un género que me
apasiona como lector, pese a lo cual soy bastante selectivo y reconozco mi
predilección por sus autores clásicos: Hammett, Chandler, Mc Coy, Cain y de los
actuales James Ellroy. Como escritor, me he ido incorporando de a poco a la
novela negra, a partir de El corredor
nocturno, que es un thriller psicológico con varios elementos más que configuran
una atmósfera negra y testimonian un drama moral. En tal sentido, la novela
negra se me ha impuesto inevitablemente. Ya en El desfile salvaje, la incursión es más clara y convierto a un
abogado de segunda línea en un investigador. Por fin, con El caso Bonapelch, que resultó la obra de ficción más vendida en
Uruguay en 2014, asumo el formato y los clisés clásicos y ambiento la historia
en 1933, año que sucede el hecho real sobre el que ficciono. Entonces, si me
pedís una definición te diría que la novela negra es hoy el género literario
que mejor describe y comprende la realidad terrible que nos rodea y también
permite un intento de ordenar el caos y dar alguna solución, de que algo se
resuelva y aclare, pese a la paradoja del ambiente dark.
—¿Por qué hay tanto
interés por esta literatura?
—El interés por la novela negra puede tener muchas
explicaciones. En primer lugar hay una estrategia editorial muy clara y ello
explica la diversidad de escenarios y autores que hoy se ofrecen bajo el rótulo
de novela negra. Desde los nórdicos a los caribeños, el Río de la Plata o la vertiente
francesa con Fred Vargas, por ejemplo, o la española con Lorenzo Silva, hay
novela negra para todos los paladares, aunque no necesariamente eso sea bueno o
asegure buena literatura. Porque como ha dicho Raymond Chandler, para que una
novela detectivesca perdure, debe estar bien escrita, debe atender no solo a la
trama sino también a la escritura. Lo otro que explica el interés es la
necesidad humana del relato, de que nos cuenten una historia con argumento y
personajes interesantes, con un misterio a resolver y con la posibilidad de que
al final (como no pasa en la realidad) algo se ordene (el caos) y el
investigador resuelva el caso. Todo lo que se dice sobre que el género testimonia
hoy las miserias sociales y denuncia tales o cuales vicios, delitos, crímenes e
iniquidades está muy bien. Pero siempre lo hizo, desde que los norteamericanos
tomaron la vertiente inglesa y a favor de la crisis de la depresión, colocaron
el crimen en callejones sórdidos y lo quitaron de las bibliotecas de las
mansiones y la mirada de los mayordomos.
—¿Qué libros
recomendarías para ingresar a este universo?
—Toda recomendación suele ser subjetiva, pero modestamente
sugiero: El largo adiós de Raymond
Chandler, El halcón maltés de
Dashiell Hammett, Doble indemnización
de James M. Cain y, de los actuales, América
de James Ellroy y últimamente me fascinó Galveston
de Nic Pezolano.
—¿Sobre qué temas
disertaste en el Córdoba Mata 2015?
—No diserté sobre nada. Simplemente compartí una mesa con
mis colegas Marcial Gala de Cuba, Bartolomé Leal de Chile y mi amigo Milton
Fornaro de Uruguay, moderada por Javier Chiabrando. Allí hablamos de las
peculiares diferencias del género en cada uno de nuestros países y de las
dificultades que se tiene a la hora de consolidarse en ese género que también,
lamentablemente por decisiones editoriales o caprichos críticos, rotula como
negras novelas que no lo son o alienta que muchos autores novatos se lancen a
su escritura sin contar, todavía, con los insumos adecuados para cumplir con
las exigencias básicas del género. No todo es negro y ni siquiera todo es
novela. Pero la experiencia del Córdoba Mata fue estupenda desde el punto de
vista del conocimiento de otros colegas y el respeto que nos tuvimos a la hora
de intercambiar impresiones.
FERNANDO FIGUERAS: LA INFLUENCIA DEL
PULP
Fernando Figueras. |
—¿Cómo definirías a
la novela negra?
—No sabría definirla, no soy especialista en el tema. Me
relaciono con ella a través del género fantástico, cuando este se cruza con la
literatura policial. Obras como Dejen
todo en mis manos o La banda del
ciempiés, de Mario Levrero; El laberinto
de las aceitunas, de Eduardo Mendoza; Escupiré
sobre vuestras tumbas, de Boris Vian; o Kryptonita,
de Leonardo Oyola, son las que me acercan al policial. Lo que sí puedo asegurar
es que la novela negra es el género
literario que me permitió participar en el Festival Azabache de Mar del Plata,
el BAN! De Buenos Aires y recientemente el Córdoba Mata, de Córdoba Capital,
Mina Clavero y Cura Brochero, estos últimos lugares que no conocía y me
parecieron muy lindos. Además tuve la
suerte de conocer gente que vale la pena, ya sean escritores, organizadores y
público, así que la novela negra ¡me encanta!
—¿Por qué hay tanto
interés por esta literatura?
—En los festivales noté mucho interés por las novelas negras
que se relacionan con temas actuales como el narcotráfico o cuestiones
relacionadas con la política. También con los que incluyen investigaciones,
autopsias, el trabajo de los médicos forenses, etcétera. Por ahí hay un poquito
de morbo detrás del interés. Una vergüenza, mire…
—¿Qué libros
recomendarías para ingresar a este universo?
—Los que nombré antes, más Error de cálculo, de Gastón Intelisano; Hotaru, de Martín Sancia Kawamichi; Tuya, de Claudia Piñeiro; y Petite
Mort, de Matías Bragagnolo.
—¿Sobre qué temas
disertaste en el Córdoba Mata 2015?
—En Córdoba Capital participamos junto a José María Marcos y
Carlos Marcos en un taller de historietas para niños, quienes escribieron y
dibujaron unas historietas breves muy creativas. Y ese mismo día hablamos sobre
los bolsilibros de Bruguera, aquella colección de literatura pulp que mucha
gente ha leído aunque pocas veces se la nombre como influencia. Después de
hablar sobre el tema, repartimos unas microficciones escritas al estilo de los
bolsilibros que tenían espacios para completar y que el público llenó siguiendo
las características que les habíamos enumerado en la charla. Estaban todos muy
concentrados escribiendo. Estuvo buenísimo porque la gente en estos encuentros
suele escuchar, a veces preguntar, pero nunca escribir. Luego, en Mina Clavero
participé en una charla sobre el cruce entre el policial y otros géneros. Y después nos comimos
un corderito exquisito. ¡Qué más se puede pedir!
ELMER MENDOZA: EL
CREADOR DE LA
NARCOLITERATURA
Elmer Mendoza. |
Como autor de novelas policíacas, Elmer Mendoza ha creado la
saga de Édgar “El Zurdo” Mendieta, un detective, miembro de una policía
regional, que en su trabajo afecta a delincuentes comunes y narcotraficantes.
De Mendoza, se dice que es el creador de la narcoliteratura. Sus novelas más
notables son: El amante de Janis Joplin,
Balas de plata, La prueba del ácido, Nombre
de perro y la más reciente El
misterio de la orquídea calavera, que lleva como protagonistas al joven
Capi Garay y al artista surrealista Edward James. Es promotor de lectura y
formador de novelistas en varias ciudades de México. Vive en Culiacán (México).
—¿Cómo definirías a
la novela negra?
—Un género donde la trama es lo más importante porque es la
vía para tocar la emotividad del lector; no deja fuera aspectos tan delicados
del tejido social, sobre todo aquellos que inducen a la violación de las leyes
y tampoco una voluntad de estilo, que ha hecho a la novela contemporánea más
propositiva y duradera.
—¿Por qué hay tanto
interés por esta literatura?
—Hay una tendencia en los seres humanos por ver la parte
sucia de la sociedad, y la novela negra está llena, las debilidades humanas son
novelables y siempre están allí. En la novela negra dejan de estar agazapadas y
se convierten en parte imprescindible. Muchos lectores creen que eso sólo les
puede pasar a los otros, hasta que revisan su closet.
—¿Qué libros
recomendarías para ingresar a este universo?
—La odisea del cangrejo
de Fernando López; Mataría por no verte,
de Juan Sasturain; Todavía no cumplí
cincuenta y ya estoy muerto, de Javier Chiabrando; Sangre Kosher, de María Inés Krimer; Crímenes imperceptibles, de Guillermo Martínez; Crímenes y jardines, de Pablo de Santis;
Toda la ceguera del mundo, de Néstor
Ponce; sé que hay otros autores argentinos importantes pero aún no los conozco.
Agrego: El caso Bonapelch, del
uruguayo Hugo Burel, todo lo del brasileños Rubem Fonseca y Marzal Aquino; la
trilogía de la española Dolores Redondo: El
guardián invisible, Legado en los
huesos y Ofrenda en la tormenta;
todo lo del español Lorenzo Silva, de los italianos Andrea Camilleri y Giorgio
Ballario, el sueco Henning Mankell, el griego Petros Márkaris, el cubano
Leonardo Padura, la israelita Batya Gur, el irlandés John Connolly y los
gringos James Ellroy y Don Wislow.
—¿Sobre qué temas
disertaste en el Córdoba Mata 2015?
—Del impacto de la violencia en el discurso literario en Córdoba
y en Mina Clavero de procesos de escritura; por cierto allí, fui presentado a
una descendiente de Nicolás Gogol que me regaló la más intensa sonrisa de la
visita.
MARIANO QUIRÓS:
LLEVAR EL REALISMO AL LÍMITE
Mariano Quiroz. |
Mariano Quirós publicó las novelas Robles (Premio Bienal Federal), Torrente
(Premio Festival Iberoamericano de Nueva Narrativa), Río Negro (Premio Laura Palmer no ha Muerto. Traducido al francés
por ediciones La dèrniere goutte), Tanto
correr (Premio Francisco Casavella) y No
llores, hombre duro (Premio del Festival Azabache y Premio Silverio Cañada
de la Semana Negra
de Gijón). Junto a Germán Parmetler y Pablo Black publicó el volumen de cuentos
Cuatro perras noches, ilustrado por
Luciano Acosta. Dirige junto a Pablo Black la colección literaria Mulita.
—¿Cómo definirías la
novela negra?
—La novela negra es como un chicle, un buen chicle: se
estira, se expande y no se rompe. Soporta y admite que la pinten de cualquier
color, por eso es el género más tolerante y amigable, a tal punto que todo (incluso
esta respuesta) puede ser parte del género negro.
—¿Por qué hay tanto
interés?
—Una respuesta posible: el género exaspera y lleva al límite
el realismo. A veces lo arrasa, entonces nos olvidamos del género y disfrutamos
de la plena literatura. Ahí surge el interés, lo que nos gusta.
—¿Qué libros
recomendarías para ingresar a este universo?
—Por una cuestión geográfica o de pertenencia territorial: Nada bueno bajo el sol (Orlando Van
Bredam), Monstruos perfectos (Miguel
Ángel Molfino), Cuestiones interiores
(Mempo Giardinelli) y Bajo este sol
tremendo (Carlos Busqued).
—¿Sobre qué temas
disertaste en el Córdoba Mata 2015?
—Ofrecí un punto de vista sobre la capacidad de matar en la
provincia del Chaco y sus alrededores. Más bien sobre la incapacidad. Una
inocencia brutal que nos empuja a los asesinatos más bárbaros, más
desesperantes. Somos gente que mata sin querer hacerlo. Ándese usted con
cuidado si nos tiene cerca, no sea cosa que se nos escape un tiro.
RAÚL ARGEMÍ: UNA
MIRADA RABIOSA Y VISCERAL
Raúl Argemi. |
Raúl Argemí nació en un barrio de La Plata y siempre quiso ser
escritor, pero otras prioridades lo fueron postergando. Al fin, después de 10
años de cárcel, no lo dudó más y empezó a escribir como una elección de vida.
Publicó su primera novela El gordo, el francés
y el ratón Pérez y luego se fue a vivir a España; con varias novelas por
terminar en el bolsillo. En Europa corrió la coneja, pero como escritor no le
fue mal, porque ganaría una decena de premios internacionales y sería editado
en España, Holanda, Italia, Francia y Alemania. Algunos de sus títulos son Penúltimo nombre de guerra, Siempre la misma música, Retrato de familia con muerta y A tumba abierta, para citar las más
negras. Esta última acaba de salir en España y el año que viene estará en
Argentina y Francia. No todas sus novelas son negras, algunas son de aventuras,
y otras de humor, como sus dos novelas para chicos. Retornado a la Argentina , se paga el
puchero trabajando en el periodismo.
—¿Cómo definirías a
la novela negra?
—La novela negra, más allá de la historia que sirva de
soporte, o de excusa, es una mirada rabiosa, visceral. Y música de rocanrrol
bien duro para contarla.
—¿Por qué hay tanto
interés por esta literatura?
—Alguien dijo que es la novela social del siglo XXI, y no
está nada mal. La edad de la inocencia, cuando se creía todo lo que se contaba,
quedó atrás, sabemos que nos mienten y es difícil adivinar por dónde van los
tiros. Entonces los lectores se vuelcan a la ficción para explicarse un mundo
que huele a podrido. Como sabemos que lo del caballo blanco de San Martín es
trucho, y que en 1810 no había paraguas en Buenos Aires, nos queda la ficción
para atisbar dónde se oculta la verdad.
—¿Qué libros
recomendarías para ingresar a este universo?
—Aparte de los de mis amigos, algunos ya clásicos: El halcón maltés, de Dashiell Hammett; 1280 almas, de Jim Thompson; Un ciego con una pistola, de Chester
Himes o Prótesis, de Andreu Martin.
Después, ya enviciado, el lector busca solo.
—¿Sobre qué temas
disertaste en el Córdoba Mata 2015?
—Disertar es una palabra que me parece para otro, yo,
simplemente comparto entusiasmos, siempre opinables. Compartí, en una mesa con
dos autores europeos, esa mirada crítica sobre nuestra sociedad. Al fin, el
tráfico de inmigrantes, muchos de los cuales mueren en el camino, para nombrar
solo un ejemplo, exige novela negra para contarlo. En la segunda mesa nos
metimos con los crímenes desde el Estado. Afuera señalan que los escritores
negros argentinos somos muy políticos, y no es para menos, estamos impregnados
de la muerte que sembraron los estados en toda Latinoamérica, lo que hace
inevitable una lectura política.
CARLOS MARCOS: LA VIDA ORDINARIA ES UN INFIERNO
Carlos Marcos. |
—¿Cómo definirías a
la novela negra?
—La novela negra es apenas un fragmento de la bestia oscura
que nos habita y que cada día exhala sus vapores fétidos y las sombras más
terribles sobre nosotros. Luego nos deleita.
—¿Por qué hay tanto
interés por esta literatura?
—Porque la vida ordinaria es un infierno compuesto de
sufrimiento, brutalidad, miserias y opresión que sólo puede ser sobrellevada
gracias a la embriaguez, el sueño y la literatura.
—¿Qué libros recomendarías
para ingresar a este universo?
—No sabría por donde comenzar. Últimamente todo es novela
negra: los policiales, el terror, el fantástico, la erótica... la novela negra
te encuentra a vos.
—¿Sobre qué temas
disertaste en el Córdoba Mata 2015?
—Tomando como ejemplo la vieja literatura pulp,
específicamente las colecciones de bolsilibros de Bruguera, la literatura
popular de aventuras y las pequeñas historias de entretenimiento, hablé sobre
la creación en general y las posibilidades de la imaginación como maquinaria
literaria.
GASTÓN INTELISANO:
VER LA SANGRE QUE
SE DERRAMA
Gastón Intelisano. |
Gastón Intelisano nació en San Martín, provincia de Buenos
Aires, en 1978. En 1998 recibió una beca universitaria otorgada por el Congreso
de la Nación
con la que cursó estudios superiores. Es licenciado en Criminalista, radiólogo
y técnico forense de la morgue en el Instituto de Ciencias Forenses del
Departamento Judicial de Lomas de Zamora, dependiente de la Suprema Corte de
Justicia. Publicó Modus operandi
(2011), Epicrisis (2013) y Error de cálculo (2014) que conforman la
saga del criminalista Santiago Soler.
—¿Cómo definirías a
la novela negra?
—Hay muchas definiciones para la novela negra hoy en día.
Según Wikipedia (una fuente no muy confiable) la novela negra “se asocia a un
tipo de novela policíaca en la que la resolución del misterio no es el objetivo
principal y los argumentos son habitualmente muy violentos; la división entre
buenos y malos de los personajes se difumina y la mayor parte de sus
protagonistas son individuos derrotados y en decadencia en busca de la verdad
o, cuando menos, algún atisbo de ella”. Lo que se entiende en primer lugar, es
una clara diferenciación entre la novela negra y novela policial o policíaca,
en la que la resolución del misterio sí es importante. Particularmente, me
gusta más la denominación que se hace en los países anglosajones: “crime novels”,
o novelas de crímenes.
—¿Por qué hay tanto
interés por esta literatura?
—Creo que la novela negra o policial propone un mundo lleno
de misterios e intrigas, cargado de violencia y sangre que a un gran porcentaje
de los lectores le resulta atractivo. Es espiar en un mundo que no es el que
habitan, y que los saca de la rutina. Creo que cuando uno se propone leer una
novela, no quiere que los personajes hagan lo que uno hace siempre. Más bien,
que nos embarquen en un paseo lleno de emoción. Y eso es lo que propone la
novela negra: la posibilidad de asomarse en un callejón en el que el asesino
acaba de dejar a su última víctima. Ver la sangre que se derrama. La mirada
helada del homicida...Y cuando todo nos parece demasiado, cerrar el libro.
—¿Qué libros
recomendarías para ingresar a este universo?
—Soy un lector de novelas policiales norteamericanas
contemporáneas, actuales. En eso reconozco que soy un hereje del género, como
lector y como escritor. No me gustan los clásicos norteamericanos. Sí, los
clásicos ingleses, tal vez porque mis novelas siguen ese estilo: el de la
novela de intriga. En el universo de la novela policial hay todo un abanico de autores
que proponen distintos enfoques. Me gustan los autores que nos traen a un
protagonista que vuelve en cada una de sus novelas: Patricia Cornwell con su
médica forense, Kay Scarpetta, Michael Connelly con su detective Harry Bosch,
Nelson De Mille con su irreverente John Corey o Jonathan Kellerman con su
psicólogo-detective, Alex Delaware.
—¿Sobre qué temas
disertaste en el Córdoba Mata 2015?
—Este año, me tocó compartir mesa en Córdoba Mata con
distinguidos autores de todos los rincones del país, charlando sobre “el
policial en las provincias”, y sus diferencias con el crimen de las grandes
ciudades. Fue interesante escuchar el punto de vista de cada uno de ellos y
entender porque razones el crimen muta de un lugar a otro. Motivos, elementos,
pasiones y consecuencias de esos crímenes en cada paraje de nuestro país.
Participaron Orlando Van Bredam de Formosa, Mariano Quiroz de Chaco y
coordinando nuestra charla, Rubén Alonso Ortiz. En Mina Clavero, donde se llevó
a cabo la segunda parte del Festival, estuvimos hablando de “los nuevos trajes
del policial” y el cruce con otros géneros, donde compartimos pareceres con
Fernando Figueras y su cruce del policial con el absurdo, Javier Chiabrando y
los crímenes políticos, Esteban Llamosas y su cruce con lo histórico y Gastón
Tremsal desde su particular óptica cómo guionista. Al igual que el año
anterior, Córdoba Mata ha sido un espacio de difusión para el género policial,
además de una oportunidad para el público de reencontrarse con sus autores
favoritos. Y por qué no, una gran excusa para reunirnos con colegas y amigos.
Fotos: Prensa Córdoba
Mata y Gonzalo Maestu
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www.cordobamata.com.ar