En el prólogo a El
libro de los muertos vivos: cuentos de zombies (Lea, 2013), el compilador Ricardo
Acevedo Espulgas dijo de mi cuento: “El
abuelo Bubby”, de José María Marcos, tiene el delicioso encanto bradburiano de El
vino del estío (Dandelion Wine, 1957) y tan sólo espero que, tal como ya
existe un cráter llamado Dandelion, los astronautas (¿austronautas?) argentinos
del futuro hagan lo mismo con el bueno de Bubby.