Naranjas Azules Parlante concretó una noche de terror, con lecturas de Mariana Alonso, Pablo Martínez Burkett y José María Marcos, el jueves 17 de junio de 2010 en el auditorio del bar La Tribu (Lambaré 873).
La bienvenida al Naranjas Azules de Terror estuvo a cargo de Mariana Kozodij, ataviada de diabla, quien —tras un breve preámbulo— nos invitó a descender a los infiernos. ¡¡Así de directas son algunas malditas diablas!! Y, nosotros pobres mortales, de carne débil… allá fuimos, a encontrarnos con “llantos y rechinar de dientes”, por hacerle caso a la doña...
Pablo Martínez Burkett atizó el fuego con “Y entonces no habrá más miedo”, un cuento de terror que nos habla de que no es bueno andar recordando las épocas de oro en la que podíamos jugar en los cementerios sin creer en aparecidos.
Manteniendo el calor, Mariana Alonso leyó “El ladrón de voces”, sobre un abuelo que, medio loco y preso en un geriátrico, quiere ir a toda costa a la última función del Teatro Apolo, pero detrás de los telones algo pasa y sus nietos (tan fuera del mundo de los adultos como el abuelo) son los únicos que pueden creer en la existencia de ese ratero espectral…
A mí me tocó añadirle más combustible al averno en el final, y leí “Resaca” (relato que forma parte del libro Los fantasmas siempre tienen hambre, que se editará antes de fin de año), en el que una despensa es atacada por un visitante nocturno, y el obeso vigilador Julio Navarro es el encargado de resolver el misterio… ¡¡Cuento poquito, así compran el libro!! ¡¡Joder!!
Luego de habernos seducido, la diabla Kozodij nos despidió hasta el próximo encuentro de Naranjas Azules y dijo algo que no recuerdo, pero que sonó más o menos así: “¡Fuera cucha, perro, basta andate!”. Y, bueno, nos fuimos... chamuscados, pero contentos…
Como dice el sabio slogan del videoclub Mondo Macabro: “A los sustos hay que dárselos en vida”.
¡Gracias a Naranjas Azules por organizar el ciclo e invitarme, y a los amigos, a los colegas y al público en general, por el aguante!
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