Prólogo | José María Marcos
El escritor Jesús Palacios —en la introducción a la Antología de la poesía macabra española e hispanoamericana, a cargo de Joaquín Palacios Albiñana— dice que “la tradición literaria de género fantástico y terrorífico más propia de nuestra lengua y cultura no se encuentra en la prosa, sino en la poesía”, y agrega que existe “una inclinación hispana hacia una poemática negra, fúnebre y macabra, a veces entre el exceso casi autoparódico y las excelencias de la mejor poesía funeraria y elegíaca”.
Trisérgica amalgama, de Relirium, Saíto y Laurus, vuelve su mirada hacia este panteón desde tres ímpetus confabulados para desplegar diversos simulacros de la noche.
Mediante un alucinado trip, el conjunto propone una combinación de diversos elementos. Por citar algunos, aparecen ecos de las historias de los nefilim, seres que se habrían extinguido tras el diluvio universal; la expresión latina lauda tenebris, con su exhortación a alabar la oscuridad; la musa Euterpe, inspiradora de la música; el oculus latino, que significa el ojo y una mirada escrutadora; el Minotauro, que busca eternamente una salida; el dios azteca Quetzalcóatl, la serpiente emplumada; el río Estigia, en la frontera entre el mundo de los vivos y la tierra de los muertos.
Ningún camino es recto en este coro polifónico. Está plagado de construcciones preparadas para atrapar la sombra de las palabras en pleno vuelo. Sus postales son abismales, nebulosas: “un norte sin brújula”, “lluvia de fonemas”, “melancolía de guillotina”, “las mariposas suenan a lamentos”, “banalidad de relojes dormidos”, “torbellino de añoranzas encapsuladas en el rocío del alma”, “miserias del poder gotean sobre los techos”, “ríos de espantos y desesperanzas”, “cementerios de latidos quebrados”, “arena enferma y vidriosa”, “biblia escrita en sangre”, “sobre el madero podrido descansa el ejecutor del caos”.
Trisérgica amalgama se nutre de las pesadillas, las revelaciones, el capricho, lo visionario, la confusión, lo grotesco, la fatalidad, el reino de lo fabuloso. Una “esperanza vestida de harapos” se oye en cada respiración. Poesía, imaginación y cosmos de Relirium, Saíto y Laurus.
Trisérgica amalgama, de Relirium, Saíto y Laurus, vuelve su mirada hacia este panteón desde tres ímpetus confabulados para desplegar diversos simulacros de la noche.
Mediante un alucinado trip, el conjunto propone una combinación de diversos elementos. Por citar algunos, aparecen ecos de las historias de los nefilim, seres que se habrían extinguido tras el diluvio universal; la expresión latina lauda tenebris, con su exhortación a alabar la oscuridad; la musa Euterpe, inspiradora de la música; el oculus latino, que significa el ojo y una mirada escrutadora; el Minotauro, que busca eternamente una salida; el dios azteca Quetzalcóatl, la serpiente emplumada; el río Estigia, en la frontera entre el mundo de los vivos y la tierra de los muertos.
Ningún camino es recto en este coro polifónico. Está plagado de construcciones preparadas para atrapar la sombra de las palabras en pleno vuelo. Sus postales son abismales, nebulosas: “un norte sin brújula”, “lluvia de fonemas”, “melancolía de guillotina”, “las mariposas suenan a lamentos”, “banalidad de relojes dormidos”, “torbellino de añoranzas encapsuladas en el rocío del alma”, “miserias del poder gotean sobre los techos”, “ríos de espantos y desesperanzas”, “cementerios de latidos quebrados”, “arena enferma y vidriosa”, “biblia escrita en sangre”, “sobre el madero podrido descansa el ejecutor del caos”.
Trisérgica amalgama se nutre de las pesadillas, las revelaciones, el capricho, lo visionario, la confusión, lo grotesco, la fatalidad, el reino de lo fabuloso. Una “esperanza vestida de harapos” se oye en cada respiración. Poesía, imaginación y cosmos de Relirium, Saíto y Laurus.