“El fondo del corazón es árido. El hombre siembra sólo aquello que puede… y lo cuida”. Stephen King, Cementerio de animales

HÉCTOR DANIEL DE ARRIBA | Autor de “Los muertos de Plaza de Mayo: 1945, 1953 y 1955”

El historiador habló con LA PALABRA sobre su nueva investigación que pone la lupa sobre tres momentos clave de nuestra historia. “Deseo llegar a todos los familiares de las víctimas, pero fundamentalmente a las nuevas generaciones argentinas”, expresó. 

Héctor Daniel De Arriba, profesor de Historia e investigador, acaba de publicar Los muertos de Plaza de Mayo: 1945, 1953 y 1955 (Dunken, 2022). En diálogo con LA PALABRA contó qué lo motivó a realizar esta investigación, cuáles fueron las dificultades, qué hallazgos le deparó la indagación y cuánto se relacionan estos episodios con el frecuentado concepto de “la grieta”. 
—¿Cuál fue el puntapié inicial de la investigación?
—Como historiador me interesó y me interesa sacar a la luz pública la vida de argentinos, que dentro de un marco procesal marcado por las coordenadas socio-culturales, políticas y económicas, han pasado livianamente a la historia. En el caso de este último libro, los fallecidos de 1955 y sus proyectos me llevaron a investigar otros dos hechos que constituyeron tres tragedias dentro de una década del siglo XX. Siendo fiel a mi perfil de investigador, decidí rescatar los proyectos vitales truncos de las inocentes víctimas de 1945, 1953 y 1955.
—En 1945 fallecieron dos jóvenes durante la madrugada del 18 de octubre, tras la recordada manifestación del 17. ¿Por qué creés que estas defunciones no suelen estar tan presentes en la memoria colectiva?
—Las muertes del 18 de octubre de 1945 tuvieron distintas trayectorias históricas. Francisco Ramos, con sus 21 años, no fue rescatado por ningún partido político, porque (hago una deducción) su familia no tuvo relevancia partidista y, socialmente, no tenía relevancia. En cambio, Darwin Ángel Passaponti, con 18 años, fue recordado y homenajeado, pues sus padres eran universitarios (farmacéuticos) y especialmente papá Trento tenía formación política partidaria (primero socialista y luego peronista), era un intelectual (publicó obras literarias) y al adherir al peronismo fue candidato a intendente del municipio de Moreno y ganador (pero no pudo asumir al igual que todas las autoridades provinciales por los planteos militares al presidente Arturo Frondizi). Darwin era militante unionista y aliancista. Y, fundamentalmente, fue considerado el “primer mártir del peronismo”, porque así lo calificó Perón, desde su exilio en Madrid, en una carta a Trento en la década del 60. Por todo lo investigado, Darwin ha llegado al presente dentro del ámbito peronista. Pero ambos no están presentes en forma profunda en la memoria colectiva por falta de bibliografía que haya rescatado sus vidas. Mi libro es el primer paso para ese rescate.
—El 15 de junio de 1953 fallecieron seis personas por los estallidos de dos bombas, durante una manifestación convocada por la CGT en apoyo al presidente Juan Domingo Perón. ¿Esto puede tomarse como un anticipo de lo que sucedería dos años más tarde?
—Creo que sí, porque fueron bombas mortales en ambos hechos. En 1955, se sumaron balas de ametralladoras, fusiles y gasolina de avión. 
—Las muertes del 16 de junio de 1955 suelen ser recordadas. Incluso hubo homenajes y reparaciones. Sin embargo, siempre se debaten las cifras. ¿Qué precisiones pudiste obtener?
—En primer lugar, nunca el gobierno de junio de 1955 emitió cifra oficial y definitiva. Sí, ofreció subsidios y ayuda a través de la Fundación Eva Perón. Pero trató, lo más rápido posible, que esa tragedia se diluyera a través de los medios de comunicación de ese mes. A esto hay que agregar: a los tres meses se produjo la Revolución Libertadora, que con su política de desperonización puso un manto de olvido sobre los muertos del 16 de junio y sólo rescató para el futuro la quema de los templos católicos en la tarde-noche de ese día. Para esta tragedia, leí todos los diarios y revistas del 17 de junio en adelante, los obituarios y consulté los libros de inhumaciones de los cementerios porteños y algunos del Gran Buenos Aires. Además recibí testimonios de familiares de la época. Con todo esto, pudo relevar una cifra distinta a las mencionadas en la placa del hall de entrada del edificio de la CGT, la base del tótem de la Casa Rosada y en el libro edición 2015 del Archivo Nacional de Memoria. Mi cifra es menor a las otras, pero no quiero decir que sea la definitiva. Quizá más investigación, arroje más datos numéricos.
—Tenés un capítulo dedicado a los casos especiales, desde un muerto sin cadáver hasta personas que sufrieron lesiones o no fallecieron ese día. ¿Por qué creés que se han dado estas equivocaciones?
—Son errores basados en una investigación poco profunda, sin dedicarle todo el tiempo necesario a todos los fondos archivísticos para tener información legítima para un tema tan sensible.
—¿En qué se relaciona tu libro con el transitado concepto de “la grieta” por el periodismo y la gente en general?
—Para mí, las víctimas de esas tres tragedias son producto de grietas que todas las historias latinoamericanas tuvieron. Hoy la grieta es dialéctica y pacífica. Creo que hemos avanzado en no matar al otro por pensar distinto. El atentado a la vicepresidente es un hecho repudiable que no debe volver a pasar, porque tuvimos muchas muertes en nuestra historia y debemos superar el pasado.
—¿Qué familiares estuvieron dispuestos a brindar sus testimonios?
—Una sobrina de Darwin. Un nieto de un obrero muerto en 1953. Varios familiares de los fallecidos de 1955.
—¿Qué aliados clave encontraste para la realización de la investigación? 
—La buena predisposición de empleados de hemerotecas y de algunos cementerios municipales. La existencia en buen estado de diarios de los tres años.
—¿Cuáles fueron las principales dificultades?
—La falta de libros de inhumaciones en cementerios municipales y la poca colaboración de ciertos empleados de esos lugares. Falta de diarios.
—En esta incursión a la historia argentina, ¿cambiaste de opinión en alguna medida? ¿Qué confirmaste? ¿Qué aprendiste?
—Confirmé que la historia la hacemos todos, seres anónimos y los más conocidos. Y que vale el tiempo dedicado para aportar datos inéditos a las nuevas generaciones. No cambié ninguna opinión personal.
—En el capítulo “Conclusión” decís: “Este libro es un homenaje a las víctimas de los desencuentros entre los argentinos”. ¿Cuánto de lo sucedido afecta nuestro presente? ¿A quién te gustaría llegar con esta investigación?
—Hemos superado el ataque con armas para debatir con el otro. Por lo tanto, la violencia física con muerte final no continúa. Deseo llegar a todos los familiares de las víctimas de 1945, 1953 y 1955, pero fundamentalmente a las nuevas generaciones argentinas.

1955 | CASOS PARADIGMÁTICOS

—Al hablarse de 1955 se recuerdan las víctimas vinculadas al peronismo, pero hubo otras que no formaban parte de ese arco político, o que no tenían ninguna militancia. ¿Podés contarnos algún caso paradigmático?
—El rescate de los muertos de junio de 1955 tuvo su primer paso con las iniciativas de Liliana Bacalja y Daniela Marino, hija y nieta de dos fallecidos el 16 de junio. Ellas lograron dar visibilidad a los muertos con nombre y apellido. Aunque el primer recordatorio es del 2005 en la CGT. Estos homenajes dejaron la imagen que todos los muertos de junio fueron peronistas. Pero no fue así. Pude comprobar que hubo muertos que no pertenecían al arco político gobernante en 1955, pues es lógico que en torno a la Casa Rosada, en el barrio de Recoleta y la avenida Crovara de La Matanza hubiera gente que pasaba, estaba, caminaba, etcétera, sin necesidad de ir a apoyar al gobierno. El caso más impactante de estos recuerdos no peronistas fue una frase de una de las placas de la bóveda de la familia Ferrario en La Plata, puesta el 19 de octubre de 1955 por los padres y hermanos en homenaje de Luisa Ana Ferrario que con 19 años y 4 meses murió en la Plaza. Dice: “Las generaciones futuras sabrán que tu sangre inocente no fue vertida en vano. Tu patria es ahora libre”. El 19 de octubre, Luisa Ana cumplía 20 años y el mes anterior se había producido la Revolución Libertadora, a la cual la familia adhería. Muy fuerte para mí: perder una hija pero ganar una patria liberada.

Héctor Daniel De Arriba.

INVESTIGADOR Y PROFESOR. 
Héctor Daniel De Arriba es profesor en Historia (egresado del I.S.F. N° 41 de Adrogué) e investigador independiente acreditado con carnet y proyecto en la Biblioteca Nacional Argentina, Biblioteca Nacional del Maestro y Archivo del Palacio de Tribunales (todos de CABA) y Biblioteca Nacional de Uruguay. Ejerció como docente, frente a alumnos, y cargo directivo, en escuelas estatales y privadas de nivel secundario y terciario del Gran Buenos Aires (Monte Grande, Adrogué, Quilmes, Florencio Varela y Lomas de Zamora). Ha recibido distinciones por su trayectoria docente y cultural de la Municipalidad y Consejo Escolar de Florencio Varela; Dirección General de Escuelas y Cultura de la Provincia de Buenos Aires; Asociación Amigos Mokichi Okada y Raíces del Tarumá de Florencio Varela; Fundación Buenos Aires-SIDA (CABA) y Asociación Amigos de las Artes (Quilmes). Ha participado en diversos y variados cursos, seminarios, congresos (nacionales e internacionales), talleres y jornadas de perfiles culturales y capacitación docente. Publicó artículos sobre historia y patrimonio cultural (en soporte papel y virtual) en Berazategui, Chivilcoy, Florencio Varela, Corrientes Capital y CABA. Realizó diversas disertaciones sobre Camila O’ Gorman, Uladislao Gutiérrez, María Ana Perichon, Miguel Gannon, Antonino Reyes, Enrique Martín O’ Gorman y el gaucho Aparicio Altamirano, en instituciones provinciales, municipales y nacionales de CABA, provincias de Buenos Aires, Córdoba, Salta y Corrientes y también Asunción del Paraguay. También abordó otros temas de carácter pictórico. Es colaborador de la página Genealogía (www.genealogía.net). Exvoluntario social de LALCEC (área tabaquismo), de la Biblioteca Nacional (área visitas guiadas) y de la Fundación Uniendo Caminos (Centro Escolar Barracas-CABA). Se dedica al turismo urbano en forma privada con circuitos cuyo perfil es la simbología escultórica y arquitectónica. Ha publicado cuatro libros bajo el sello Ediciones Mis Escritos (uno con 2° edición); cinco libros a través de Dunken; uno por Azahar Ediciones (con 2° edición); y uno por Gráfica Solsona, todo sobre historia argentina. Distintas instituciones nacionales, provinciales y municipales argentinas poseen sus libros como también la Biblioteca del Capitolio y la Universidad de Harvard, ambas norteamericanas. Dentro de sus planes tiene en preparación tres obras: Clorinda Sarracan de Fiorini. Vida de una asesina; El tranvía, el Riachuelo y la muerte; y 12 de julio de 1930 y Doña Ángela Baudrix, viuda de Dorrego. Nacido en Adrogué el 15 de febrero de 1957, actualmente se halla radicado en el Barrio Allá en el Sur. Instagram: @hectordanieldearriba