“El fondo del corazón es árido. El hombre siembra sólo aquello que puede… y lo cuida”. Stephen King, Cementerio de animales

Muestra colectiva “Homenaje a Jesús Marcos”


Se inauguró la muestra colectiva Homenaje a Jesús Marcos (1938-2018) en el Salón Pasos Perdidos de la Facultad de Derecho (Av. Figueroa Alcorta 2263, CABA) el jueves 22 de noviembre de 2018. Dio la bienvenida al emotivo encuentro la coordinadora del Área de Arte y Expresión de la Facultad de Derecho, Zulma García Cuerva. Luego, habló la presidenta de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos (SAAP), Stella Carone, y en el cierre —convocado por los alumnos— me tocó el honor de referirme a Jesús como maestro. Participan del homenaje alumnos de su taller: Norma Aguiar, Teresa Bacino, Laura Berin, Graciela Calcagno, Mariela Calise, Marta Del Puerto, Ricardo Díaz Romero, Nora Expósito, Silvana Garbarino, Teresa Manzor, Javier Parigini, Rosa Pfefferman, Ermi Polo, Domingo Pablo Risso Patrón, Eliso Salguero, Malena Somonte, Betina Talgham y Agustina Vives. Comparto mis palabras y fotos de la apertura.


JESÚS MARCOS: ARTISTA Y MAESTRO

Palabras de José María Marcos a propósito de la inauguración de la muestra colectiva Homenaje a Jesús Marcos, en el Salón Pasos Perdidos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Jueves 22 de noviembre de 2018.

Muestra colectiva y homenaje

En primer lugar, quiero expresar un agradecimiento especial a los alumnos de Jesús Marcos y al Área de Arte y Expresión de la Facultad de Derecho de la UBA por transformar esta muestra colectiva en un homenaje a su persona, su obra, su maestría. 
Les agradezco, también, por invitarme a decir algunas palabras que evoquen su figura.

50 años con el arte

Tuve la dicha de conocerlo inicialmente como tío, compartir una extensa familia e infinidad de recuerdos (que vienen desde su Salamanca natal), y con el correr de los años, empecé a descubrir su faceta de artista, que fue interpelando mis decisiones en torno a la creación, a partir del compromiso que Jesús tuvo con el mundo y que la mayoría de los presentes conocen muy bien.
Sin duda, son muchas las cosas que pueden decirse de Jesús Marcos. Una de ellas es que se dedicó al arte durante más de 50 años, lo que significa que consagró su vida a la creación. 
Podríamos hablar de sus viajes, de sus más de 70 muestras individuales, de las innumerables exposiciones colectivas, que recibió más de 25 premios, de un estilo inconfundible, pero hoy —de estos 60 años de trayectoria— quiero destacar su faceta como maestro o como artista-maestro.
Él nos dejó físicamente hace muy poco: el 21 de octubre. 
La semana pasada, ultimando detalles para esta muestra, me reuní en un bar con varias de sus alumnas y un alumno —a quienes en su mayoría aún no conocía— y tuvimos una charla muy conmovedora.
Me entregaron textos donde expresan su admiración por Jesús, destacando su arte, la forma de enseñar, su don de gentes, como dicen los españoles. 
Emocionado, los fui leyendo en silencio y, enseguida, la charla en el bar hizo que Jesús volviera a estar con nosotros, al evocarlo cuando se paraba frente al cuadro de un alumno y, fiel a su estilo, empezaba por lo que más le gustaba, para de a poco y con mucha sutileza (y certeza), indicar las zonas donde se podría seguir trabajando. Siempre sin imponer soluciones, sino iluminando, tratando de enseñar a mirar.
Lo recordamos cuando en medio de una devolución o una explicación buscaba en su biblioteca, en algún estante, un libro para ilustrar lo que estaba exponiendo. Y en ese momento, uno podía percibir cuán internalizada tenía esa biblioteca, cuán agudos eran sus conocimientos. 
Otra de sus característica era la capacidad de interpretar una obra desde lo técnico pero sin dejar de lado el contexto ni las perspectivas históricas. Sus explicaciones estaban condimentadas con datos, acontecimientos, la relación con otras disciplinas, la tecnología de la época y hasta la ontología detrás de cada obra.
De todo esto estuvimos hablando con los alumnos hace unos días, lo que me mostró cuán hondo caló su imagen en cada uno de nosotros. Y me incluyo porque, afortunadamente, su faceta de creador también está presente en mi forma de abordar la escritura.

Maestro con mayúscula

En este sentido se puede afirmar que Jesús Marcos era un Maestro con mayúscula.
Me refiero a que él no era un mero instructor, sino que entendía a la figura del maestro como aquel que ayuda a los alumnos a encontrar su propio camino.
Él pensaba que lo central en cualquier proceso de aprendizaje es quien aprende y que la iniciación es el comienzo de un largo camino que debe enfrentar el alumno. 
Y que un buen maestro hará lo posible para que el alumno fortalezca su espíritu para que, una vez encontrado el rumbo, no baje los brazos y siga adelante más allá de cualquier escollo. 
A más de uno que se tomaba un impase le decía algo que le dijo, por ejemplo, a Mariela Calise cuando estaba por tener a su hija y no podía concurrir al taller por algunos meses: “Lo importante, Mariela, es que sigas pintando”.

La importancia del taller

En lo personal, les cuento que concurrí al taller literario del escritor argentino Alberto Laiseca, a quien en vida le hicimos un homenaje del que participó Jesús con una de sus obras.
Laiseca partió hace 2 años y junto a los compañeros del taller solemos reencontrarnos.
En esos encuentros evocamos anécdotas e imaginamos qué haría en tal o cual circunstancia, o qué diría ante tal o cual obra, o una película, o una canción, o una noticia, o algún hecho de nuestra vida. Con los maestros se habla de todo.
Esos instantes nos muestran cuán presente sigue en todos nosotros y creo que, en el caso de Jesús Marcos, sucederá lo mismo con quienes pasaron por su taller. 

Itinerancias en la vida y en el arte

Para concluir traje un pasaje de su libro Itinerancias en torno al arte, que publicó este año y que nos dejó como parte de su legado. Es un libro interesantísimo, muchos ya lo leyeron y otros tendrán la fortuna de hacerlo. 
Yo elegí un párrafo en el que menciona el taller de su maestro Juan Carlos Castagnino. 
Acorde a una visión ligada a los ciclos y a la circularidad del tiempo, Jesús reflexionaba aquí sobre su experiencia como alumno y de lo que él buscaba inculcar en sus discípulos. 
Escribió Jesús: “El paso por el taller de la calle Defensa fue altamente enriquecedor, allí conocí el arte desde la mística de los lenguajes y las tradiciones, pero también descubrí que el arte no es pintar cuadros sino pensar el mundo. Allí descubrí que un pintor es mucho más que un artesano, que el pintor construye su mundo, lo piensa en imágenes. Su mundo y el mundo. La concepción del espacio, del tiempo, de la luz, allí se me abrieron las puertas de una percepción que siempre tiene que estar abierta, para poder comprender la realidad, el mundo circundante”. 

Homenaje colectivo

Creo, por último, que ha sido muy acertado convertir esta muestra colectiva en un homenaje a Jesús Marcos, el maestro de quienes hoy exponen.
Es muy acertado no sólo porque él se lo merece, sino porque la diversidad de las estéticas expuestas reflejan la hondura que él tenía como maestro.
Esto confirma su forma de valorar estilos y corrientes diferentes, de acompañar cada sensibilidad, de alentar a cada individuo en sus particularidades. 
Jesús confiaba en sus alumnos y estaba orgulloso. 
Por eso, hoy, podemos imaginarlo sonriendo feliz en la apertura de una nueva muestra de artistas plásticos que pasaron por su taller: el taller de Jesús Marcos.