“El fondo del corazón es árido. El hombre siembra sólo aquello que puede… y lo cuida”. Stephen King, Cementerio de animales

Todos los monstruos el monstruo


Cada uno tiene el monstruo que se merece, dice la novela. Cada familia tiene su monstruo, también dice la novela. Y ese monstruo puede dejarte sin dormir durante días, o vestir la cara de Martín Fierro o saquearle el banquete a Los Reyes Magos. Ese monstruo me hizo acordar a mi monstruo, ese que vivía en mi casa y que a determinada hora siempre hacía sentir su presencia con un golpe preciso en la pared de mi cuarto. Y nunca fallaba: 2 AM y un toc, toc, toc inconfundible. De alguna manera todos los monstruos son el mismo monstruo, aunque nos encante diferenciar el nuestro.
Monstruos de pueblo chico de José María Marcos relata con pulso aritmético una historia contextualizada con datos biográficos, con un terror incipiente y hasta con alguna maniobra del género policial. El ambiente gauchesco (o mejor dicho el gaucho en el ambiente) y el paraje de provincia con pocos habitantes de la historia hacen que se la relacione inmediatamente con la fauna mitológica de los cuentos de terror de campo. Y allí sin dudas aparecen la luz mala, el bebé que llora y llora entre pastizales, la mujer de blanco que vagabundea (la mujer de blanco está en todos lados, ciudad o campo, la mujer de blanco siempre está), los enanos que salen después de medianoche o la aterradora cueva de la Salamanca. Pero el monstruo de Mariano, protagonista de la historia, escondido siempre detrás de una máscara y acomodado en las sombras del museo, no es un monstruo que nos exponga su terrorífica imagen, es un monstruo que prefiere alimentarse mientras nadie lo ve, es una monstruo con poco de chacarera, cuando hay hambre no importa si es asado o sushi...
Con habilidad el autor nos somete a la teoría de lo siniestro, página a página nos hace sentir la presencia sobrenatural y el cuerpo se apodera de los instintos primitivos, nos hace desear la aparición. Y si somos niños, ese sentimiento expectante, se agigante hasta que el deseo se materializa en el hecho consumado: la entrada en escena del MOSTRO.
La historia se estructura de forma clásica, más allá de todos los elementos telúricos que la hacen original, y se plantea bajo pilares bien conocidos en los cuentos de terror: el misterio original, el fiel compañero al lado del protagonista y la ayuda del personaje marginal (ya sea por voluntad o por impulso de los demás) que le da el conocimiento para vencer al enemigo, que puede no serlo tanto.
José María con seguridad tiene su monstruo, yo tengo el mío… qué espera usted para sacar el suyo del closet…

Monstruos de pueblo chico (2015)
Autor: José María Marcos
Editorial: Galerna infantil
Género: novela