Reseña de Iniciado del alba (Autores de Argentina, 2015). Por José María Marcos, publicado por Periódico Irreverentes el jueves 20 de agosto de 2015 (*)
Luis Alberto Spinetta en el show de las Bandas Eternas. |
Iniciado del alba
(Autores de Argentina, 2015) es un libro compuesto por seis ensayos y un
epílogo sobre el músico argentino Luis Alberto Spinetta (1950-2012), compilados
por Sandra Gasparini. Cantante, guitarrista, poeta y compositor, Spinetta está considerado
uno de los padres del rock argentino. Grabó cerca de cuarenta discos, liderando
agrupaciones y como solista. Su búsqueda permanente de renovación, en la música
y la poesía, lo convirtió en una figura central dentro de la cultura popular.
“Iniciado del alba” remite a una canción suya grabada por Pescado Rabioso en el
álbum Pescado 2 (1973), con Spinetta en
guitarra eléctrica, David Lebón en guitarra acústica, Carlos Cutaia en órgano
eléctrico y Black Amaya en batería. Spinetta y Lebón están a cargo de las
voces.
Tras su muerte, muchos han sido los homenajes y las
publicaciones recordatorias. La particularidad de Iniciado del alba es que aquí los fans tienen formación académica y
hablan de Spinetta en su doble condición de admiradores y teóricos, desde el
momento en que el Flaco irrumpió en sus vidas, en la adolescencia o la
juventud, y cómo, tras aquella epifanía, siguió la relación a través de los
años. Notable es que aquel entusiasmo inicial no decayera con el paso del
tiempo, sino que, por el contrario, creciera.
En “Preludio”, Sandra Gasparini cuenta que el libro comenzó
a gestarse tras la partida del músico el 8 de febrero de 2012, como una manera
de conjurar la pérdida. “Todos los medios de comunicación difundieron la muerte
del ‘Flaco’ ese jueves veraniego, y las radios se llenaron de
homenajes-veinticuatro horas, y los músicos allegados al músico derramaron su
tristeza y sus anécdotas siempre con un toque de humor que funcionara como
exorcismo”. “Recibí mensajes telefónicos y mails de amigos y amigas —esas
amigas y amigos que el rock me produjo, tempranamente, desde la década del
setenta—, poemas, pésames de una cofradía que fue formándose silenciosamente
durante más de cuarenta años en la
Argentina posterior al cimbronazo político y cultural de los
sesentas. Fuimos todos deudos esos días de febrero. De esa sensación de soledad
y desasosiego nació la idea de este libro, que imaginamos en un principio con
uno de esos amigos, Pablo Ansolabehere. Tanta tristeza debía producir música,
pensamiento, algo que nos sacara de la inmovilidad a la que condena,
habitualmente, toda pérdida más o menos inesperada”.
Luego señala: “El propósito de este libro es reunir —y acaso
mejorar, completar— esas conversaciones que solían producirse luego de los
conciertos de Spinetta o en los pasillos de la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad
de Buenos Aires, entre las décadas del 80 y el 2000, o en los comentarios sobre
sus reportajes, retazos de pensamientos sobre rock, literatura, cultura de
masas e historia nacional. Como un ejercicio de introspección, también de
selección de recuerdos de iniciación en el pensamiento crítico y en la lectura
de poesía, los artículos reunidos en este volumen se proponen conectar las
historias personales de los colaboradores con sus propias lecturas de la obra
musical, poética y de las figuras de artista que encarnó Spinetta. Este desafío
implicó un delicado proceso en el cual quedó revelado el impacto de las
palabras y la música de este compositor excepcional en las prácticas de
escritura que, en tanto investigadores especializados en literatura, habíamos
ensayado, en general, durante años, quienes participamos de este proyecto”.
Los artículos pertenecen a reconocidos académicos: Rodolfo
Edwards (“El emporio de las imágenes. Spinetta en la poesía argentina”), Carlos
Battilana (“Una imagen de Spinetta”), Pablo Ansolabehere (“Spinetta músico:
notas sobre lo raro”), Omar Chauvié (“Hacia un tango cromado”), Sandra
Gasparini (“Guitarra negra, palabras luminosas”) y Marcos Seifert (“La lectura
marcapiel: Spinetta y Foucault”). Sandra Gasparini escribe también una
introducción (“Preludio”), mientras que Jorge Monteleone se encarga de la nota
final (“El iniciado del alba. Epílogo en el origen”). El volumen se completa
con el detalle de su discografía y un apéndice documental. Dice, además, la
compiladora: “Este libro no pretende cerrar sentidos ni cristalizar la
caleidoscópica poesía del Flaco en estantes académicos. Tan solo es una mirada
que reconoce sus genealogías y celebra la existencia del profundo goce estético
que significa, como lectores y melómanos, haber tenido el privilegio de acceder
a su obra, de vibrarla en carne propia”.
Para los spinettianos, Iniciado
del alba permite de inmediato una identificación con hitos en la vida
artística del Flaco, la aparición de tal o cual disco o la celebración de un
show memorable, desde el primer Almendra a fines de la década del sesenta o
Pescado Rabioso en los setenta hasta el increíble mega recital de cinco horas (“Spinetta
y las Bandas Eternas”) del 4 de diciembre de 2009 donde se reencontró con gran
parte de los músicos que lo acompañaron durante 40 años. Entretejiendo filiaciones
desde experiencias personales, los ensayos buscan dar respuestas a la dimensión
de un fenómeno cautivante, del cual varias generaciones han sido testigos.
Para quienes aún no conocen este universo o recién se acercan,
los relatos de estos iniciados (las anécdotas fundacionales, el análisis de sus
letras en relación con distintas tradiciones, la forma de encarar la
composición musical o sus gestos como artista popular) funcionan de guías para
encontrarse con Spinetta. De un modo profano, los textos se transforman en
evangelios con pasajes de una vida que pareció tocada por una divinidad.
Como dice el escritor Alberto Laiseca (1941) en su cuento
“Gracias, Chanchúbelo”, “hoy día, más que nunca, como en las antiguas
iniciaciones, no hay suceso más importante que el ocurrido entre Maestro y
discípulo”. Acceder a la reconstrucción de ese acontecimiento, al momento en
que alguien reconoce en otro a un Maestro, es un enorme posibilidad que da Iniciados del alba con su lectura, una
lectura que, a su vez, abre nuevas puertas, porque siempre existirá alguien que
en una palabra o una melodía descubra un alba, esa luz primeriza que vaticina
la salida del sol.
Sandra Gasparini
es doctora por la
Universidad de Buenos Aires, área Literatura. En esa
institución se desempeña como docente en la cátedra de Literatura Argentina I
(siglo XIX) de la carrera de Letras —donde también ha dictado materias y
seminarios de posgrado— desde hace más de veinte años. Ha codirigido un
proyecto de investigación sobre terror y literatura argentina subsidiado por
UBACyT y actualmente integra otro sobre fantasmas y cuerpos. Ha participado
como expositora y organizadora en congresos y jornadas de literatura en el
país, en Reino Unido y en Suecia, entre otros. Ha dictado conferencias y ha
escrito fundamentalmente sobre la ficción fantástica argentina y sus lazos con
el discurso científico. Ha publicado ediciones críticas y prologadas de textos
de Esteban Echeverría (2000), Eduardo L. Holmberg (2001, 2005 y 2012) y Adolfo
Bioy Casares (2013, 2015) y el ensayo Resquicios
de la ley. Una lectura de Juan Filloy (Instituto de Literatura Argentina,
UBA, 1994), además de artículos y reseñas tanto en libros como en revistas
especializadas nacionales e internacionales. En 2012 apareció su libro Espectros de la ciencia. Fantasías
científicas de la Argentina
del siglo XIX (Santiago Arcos Editor). En relación con la música, tomó
clases de bajo con Sergio Figueroa, Agustín Conti y Marcelo Torres y participó
de diversos proyectos musicales vinculados al rock, como bajista y como
vocalista.