Un profesor de Literatura se propone escribir sobre un caso
que conmovió a la comunidad
educativa, y aun cuando tema que sólo podrá componer una ficción, decide
avanzar pues juzga que la única manera de comprender anida en la reinvención de
los hechos.
Novela de personajes diáfanos y de clima melancólico, Pili, de Patricio Chaija, es una
historia que se estructura alrededor de las peripecias que enfrenta un joven
docente en la ciudad de Bahía Blanca, en relación a su ejercicio de la
profesión. Una adolescente será el motivo del relato, el eje sobre el cual
girarán las circunstancias, pero también el lente a través del cual el Profesor
irá reconstruyendo una realidad agrietada por la violencia y el desamparo de
alumnos y maestros. “No todas las veces que deseé dejar de escribir lo puse en
este relato. La pregunta obligatoria sería, entonces: ¿para qué escribir?
Ensayando una respuesta puse antes: para contarme qué sucedió. Eso es una
verdad a medias. Sé que no sé qué sucedió. Bien. Pero también hay un deseo, otro,
en juego: para librarme de culpas. ¿Hay alguna acusación sobre mi cabeza? No.
Este es simplemente el
testimonio de un hombre que escribe, y que cree ver en esta acción una manera
de lograr cierta completud. Quise dejar de garrapatear mi letra sobre este
cuaderno innumerables veces, casi tantas como líneas llevo avanzadas. Pero sé,
a esta altura, que no voy a dejar la narración hasta que encuentre un momento
en que el cuerpo no me pida hacerlo. Así de simple. El deseo de contar es una
incomodidad que se genera en la columna lumbar, a veces, y no dejar que
caminemos bien, o detrás del parietal o del frontal, otra, e impide que
pensemos con claridad salvo en lo que hay que narrar. Contar es, al fin y al
cabo, una manera de pelearle nuestro lugar al vacío, ese que se cierne como una
sombra en algunos rincones del aula, o en los teatros, o casas, ese vacío que
de a poco nos cerca en la calle y no nos deja respirar. Estoy hablando de la
muerte”. “Cuento para no morir. Esta historia le tiene que servir a alguien”.
Ese “Le tiene que servir a alguien” funciona como un tímido
llamado de atención sobre cómo la carencia de un horizonte simbólico puede
transformarse en un agujero negro que amenace con llevarse todo. “En Bahía el
tema del suicidio es muy común entre los adolescentes; no es una pandemia, pero
cada tanto uno se entera de oídas que alguien saltó desde un decimosegundo
piso, o se colgó en su casa. Nunca los suicidios salen en los medios de
comunicación, en la radio o la tele o el diario , por temor a generar un efecto contagio en
la sociedad; pero sí en el boca a boca se oye con frecuencia que tal chica que
había desaprobado un final en la universidad o tal otro chico que había
repetido el año decidía poner fin a su vida”.
En medio de la falta de incentivos y de ese rumor sobre la
muerte, el Profesor percibirá que algo extraño sucede alrededor de Pili
(¿quiere suicidarse, como otro antiguo alumno?), aunque, al final, su
protagonismo se asemejará al oficio del testigo que ve pero no puede hacer nada
más que contar. “El silencio es una ausencia del ruido; y, por alguna aptitud
especial que desconozco, siempre me llamó más la atención aquél que este. Mis
oídos captan el vacío y mis ojos buscan el lugar en el aula desde donde viene
ese pedido. Ese llamado silencioso de quienes necesitan ayuda. A veces, algunas
personas gritan en silencio”.
Presentada como juego de la memoria y del lenguaje, en la
voz de un narrador que reconstruye los acontecimientos mediante un relato que
va anticipando mecanismos de la misma narración, Pili es una gran novela de horror contemporáneo que habla de la soledad, del valor de la literatura y de la necesidad de encender una esperanza
frente a la
ausencia del sentido.