“El fondo del corazón es árido. El hombre siembra sólo aquello que puede… y lo cuida”. Stephen King, Cementerio de animales

Historias donde pasan cosas

Reseña de Los fantasmas siempre tienen hambre, de José María Marcos (Muerde Muertos, 2010). Escribe: Patricio Chaija para Tela de Rayón

Los fantasmas siempre tienen hambre es un libro de un género poco común en la literatura argentina. Con once relatos que van desde el suspenso hasta el horror, ganan una partida difícil en nuestra literatura, y llenan un espacio muchas veces transitado lateralmente, que varios autores “tantean” pero pocos pueden sacarle verdadero rédito en la actualidad. José María Marcos es uno de ellos.
Sin complicadas parrafadas inútiles, Marcos nos muestra su colección de relatos cortos como quien gira ante nuestros ojos unas gemas preciosas. El cuento “Ceguera” es espantoso por sus implicancias. “El Gordo” lo es por su cercanía, como así también “La muerte de Rocky”. Los demonios convocados por Marcos son seres en apariencia normales, hasta quizás tiernos, con quienes uno puede sentir cierta empatía, pero que en un momento comienzan a actuar de manera cruel.
En la actualidad, cuando los jóvenes autores cuentan nada, Marcos aparece como una luz nueva y a atender gracias a su impronta de contar algo. En sus historias pasan cosas. Hay invasiones nocturnas, visiones espantosas, golpes y corridas, torturas, improperios, fuerza introspectiva, glotonería y sangre. Por eso el libro Los fantasmas siempre tienen hambre nos retrotrae a los relatos clásicos del género, que impactaban fuertemente y perduraban en el recuerdo.
Donde otros hacen aguas, Marcos da en la tecla: no pretende moralizarnos y teorizar acerca de nada: él vino a contar historias. Y despliega todo su talento como un narrador eficaz, capaz de componer personajes, situaciones y ambientes definidos, entrañables, oscuros, que no podemos dejar de leer.