|
Foto: Enrique Ivern. Texto: José María Marcos. |
Un perro es un perro hasta que alguien lo pone entre rejas y le saca una foto y descubre su verdadero rol en el complejo mecanismo del mundo, y entonces cada mañana, cada palabra, cada gesto, cobran un sentido en el orden íntimo de la vida. Cuando el perro entre rejas se transforma en la puerta que abre y cierra los misterios, recordamos a la manera de Herbert West que no es bueno cruzar el último umbral ni obtener todas las respuestas, y de inmediato, por temor a sus designios, le sonreímos esperando que, primer perro inmóvil y todopoderoso, tenga aún misericordia de nosotros.