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Foto: Matías Canelson. Texto: José María Marcos. |
Ya es de noche. Regreso a casa y tiemblo al evocar cierto mito urbano oído al pasar. El día es largo pero está por terminar. Alguien camina a mis espaldas, entre las sombras, persiguiéndome quizá porque no pagué el último café. Marché de Bar La Paz con la idea de suicidarme, pero me arrepentí, y todavía sigo vivo aun sintiéndome muerto. La próxima vez no fallaré y saldré con vida de cualquier intento de muerte. Cancelaré las cuentas y hasta dejaré una buena propina. No sea que existan esos mozos seriales que acorralan a los suicidas cuando huimos convencidos de que podremos abandonar impunemente nuestras deudas.