Desde el terror y los personajes misteriosos, el autor se propone contar historias que “valen la pena” ser contadas así. A la vez, propone estimular la reflexión sobre la realidad a partir de los miedos humanos. Escribe: Guillermo D’ Ambrosio.
El periodista y escritor ezeicense José María Marcos publicó recientemente “Los fantasmas siempre tienen hambre”, con la intención manifiesta de “contar algo”. Para hacerlo eligió un género tan atractivo como complejo: el terror. El culto al horror como estrategia narrativa tiene en los once cuentos que integran las 120 páginas del trabajo publicado por Editorial Muerde Muertos una referencia directa a lo local, con escenarios y sucesos fantásticos que bien podrían recordar al municipio tambero.
¿Por qué el terror? Porque azuza al lector a “pensar la realidad desde otra perspectiva”, asegura Marcos, que en “Los fantasmas…” se anima por primera vez a incursionar en la escritura solitaria. Es que anteriormente encaró junto a su hermano Carlos la novela “Recuerdos parásitos (quién alimenta a quién…)”, que también trasunta el género, con condimentos eróticos. Ambos conceptos encarnados en la fascinación serial por la sangre de dos killers.
La obra será presentada el 26 de noviembre en la Casa de la Lectura , en Lavalleja 924 (Ciudad Autónoma de Buenos Aires), a partir de las 19 horas y con presencia del colega César Melis, conjuntamente con la obra de Fernando Figueras “Ingrávido”, también de esa casa editora. Marcos adelantó a LA TERCERA de qué trata su iniciativa literaria.
—¿Qué cosas del terror te incitan a escribir?
—El escritor (inglés) Clive Barker dice que en el género de horror se subvierte lo que la gente piensa acerca de la mortalidad, la sexualidad y la política. Arremete contra ciertos valores con una sierra eléctrica, corta la realidad en pedacitos, para que podamos pensar en ella desde otra perspectiva. Trabaja sobre la exploración del inconsciente, donde residen nuestros miedos más profundos y ancestrales. Cuando escribo ficción pienso que indagar sobre estas zonas oscuras me permite entender mejor este mundo regido, muchas veces, por la irracionalidad.
—Es un género difícil, a medio camino entre lo “gore” y lo inocuo…
—En función de una historia que vale la pena, lo “gore” no molesta. Sin embargo, no me interesa la violencia por la violencia misma. Trato de escribir para contar algo, sin privarme de utilizar aquello que creo conveniente.
—¿Cuál es el fundamento de la seducción que producen zombies, brujos/as, fantasmas, orcos y gatos muertos (algunos de los “personajes” de los cuentos)?
— Generan fascinación porque, en el fondo, todos comprendemos que hay una línea muy fina que divide la cordura de la locura, lo normal y lo anormal. Frankenstein, por ejemplo, es un muchacho digno de lástima. Lo crea un doctor, que luego trata de sacárselo de encima. Él sólo pide una monstrua para vivir alejado de la civilización y el doctor se niega a crearla, condenando a su bestia a la soledad. Todos podemos comprender ese dolor.
—¿El libro retrata territorios imaginados o son escenarios reales?
—Hay escenarios que podríamos denominar reales, como las ciudades de la provincia de Buenos Aires, el Conurbano o Capital Federal, más algunos pueblos inventados pero verosímiles que poseen elementos del territorio bonaerense. Las historias, aunque transcurran en ámbitos cerrados, pertenecen a un tiempo actual y un ámbito determinado, que es el que conozco y sobre el que puedo hablar mejor.
—¿Cómo y por qué llegás a publicar con Muerde Muertos?
—Muerde Muertos es una editorial de autores contemporáneos, abocados a la literatura fantástica, el terror, lo erótico y obras afines que apuestan a estimular la imaginación. Nació de la asociación de autores que no encontraban lugar en el actual mercado.
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