Nuevo comentario sobre Recuerdos parásitos (quién alimenta a quién...) , de Carlos Marcos y José María Marcos. Buenos Aires, De los Cuatro Vientos, 2007.
Por La Dedos Negros, para El Tábano (*)
Los protagonistas son unos misóginos recalcitrantes que asesinan a las mujeres que los desairan. Pero no es una novela negra.
Como el asesino sale impune de los mortíferos ataques de ira contra sus amantes tampoco despierta persecuciones o inquietudes de pesquisa, de modo que no es un policial.
Como el afecto que le inspiran sus amantes no es tan grande como para llorar por amores frustrados, la inclinación sentimental lo conduce hacia los recintos de Tánatos. Tampoco es una novela romántica.
Los protagonistas, cada uno a su turno y a su modo, habían de desandar ese odio contenido, así planeaban minuciosamente, paso a paso, la muerte de las que los hacían sufrir. Pero no es de terror.
Como al fracaso amoroso lo vivía como una confirmación de su impotencia entraron a picotear las gallinitas los restos del miembro viril castrado. Pero no es una zoología.
El pueblo donde transcurre buena parte de los acontecimientos, en medio de la pampa, parece una ciudad de solítarias calles solitarias, puentes con monedas, calzadas calzadas con yuyos y un par de carpinteros picoteando a coro un trunco tronco talado. Pero no es costumbrista.
El odio obsesivo del protagonista que vuelve al lugar del crimen, la devoción por revolcarse en la sordidez de sus actos criminales y aliviarse en la tranquilidad de Silling, que resulta ser su lugar en el mundo, convierten a la lectura en una experiencia a la que uno se acostumbra y que se extraña al llegar al final.
Inspirados en la colección Carne Esquiva de librejos eróticos algunos pasajes son sexualmente... descriptivos, pero de un Kamasutra más biológico que oriental.
Jugando con imágenes de la infancia encontradas en la madriguera de los recuerdos, los hermanos Marcos, dadaístas trasnochados, nos regalan la posibilidad de construírnos activos lectores y jugar con personajes y situaciones: la dama sigue anidando en sus manos a la codorniz y la tía Jorja se preguntaría qué clase de piojillos se agarraron sus gordas gallinas.
(*) Comentario publicado en la sección “Tinta fresca” del periódico El Tábano. Página 7, edición 62/64, diciembre de 2007.
http://recuerdosparasitos.blogspot.com/2008/01/dadastas-trasnochados.html