Por Daniel Gigena, La Nación, sábado 15 de julio de 2017
Aunque lo consideraba un parodista involuntario de Edgar Allan Poe, en El libro de arena, Jorge Luis Borges le dedicó un cuento de terror filosófico (“There Are More Things”). Su obra influyó en escritores que, en apariencia, tienen poco en común: Stephen King, Michel Houllebecq, Joyce Carol Oates y Mariana Enriquez. En la literatura de H. P. Lovecraft (Providence, 1890-Rhode Island, 1937) se entrecruzan sueños de trascendentalismo, pesadillas satánicas en escenarios rurales e incluso una teoría del horror cósmico convertida en literatura popular. A 80 años de su muerte, su obra ya atravesó etapas de auge y olvido, sin por ello perder lectores, fans e investigadores de expedientes sobrenaturales.
Ayer, la editorial Avanti presentó en sociedad una obra ilustrada: Cuentos de H. P. Lovecraft. La escritora Daniela Camozzi, traductora junto con Isadora Paolucci, cuenta: “Los cuatro cuentos que componen el libro — “La ciudad sin nombre” (1921), “El color que cayó del cielo ” (1927), “La ceremonia” (1925) y “El llamado de Cthulhu” (1928)— son los primeros de la etapa literaria de Los mitos de Cthulhu. Esa expresión fue acuñada por August Derleth, escritor y antólogo que formó parte del círculo de Lovecraft, mítico grupo literario integrado por escritores amigos del autor, que intercambiaban impresiones, argumentos y personajes por correspondencia, y que usaban exóticos seudónimos inspirados en sus creaciones”. Lovecraft ya había sido traducido por Elvio Gandolfo, y Norberto Buscaglia y Alberto Breccia habían convertido en historieta tétrica Los mitos de Cthulhu en los años setenta.
“Dibujar el horror de Lovecraft es otra de las formas del conjuro —agrega Camozzi—. Las criaturas y las abominaciones parecen abrirse paso entre las palabras y lanzarse a nuestros ojos”. Para la edición de Avanti, Lisandro Ziperovich se ocupó de las ilustraciones. Sus grabados y rítmica repetición crean un pulso que late con las frases del maestro del pavor.
PRIMERO EN LA ARGENTINA
“En el país se han publicado alrededor de 150 libros de Lovecraft, contando producciones de editoriales convencionales y emprendimientos independientes —señala Carlos Abraham, investigador de la ciencia ficción y autor de Lovecraft en Argentina (Oráculo Ediciones)—. Los primeros datan de 1939, sólo dos años después de la muerte del autor, y aparecieron en la revista Narraciones Terroríficas”. Fueron las primeras traducciones del autor a otro idioma. “La publicación en 1946 de El que acecha en el umbral, en colaboración con Derleth, fue un hito —agrega—. Es el primer libro lovecraftiano fuera del ámbito anglosajón. Luego, las ediciones se multiplicaron. Con abrumadora mayoría, en el país se publicó su narrativa. La poesía, el ensayo y la casi inabarcable correspondencia han visto la luz de modo muy esporádico”. A fin de año, Abraham publicará Lovecraft en español, que amplía su investigación anterior.
José María Marcos es editor de Muerde Muertos, sello que publica literatura de terror escrita por argentinos. “Con un estilo barroco, los relatos de Lovecraft expresan la pequeñez de la condición humana en un universo hostil —señala Marcos—. ‘En las montañas de la locura’, ‘El color que cayó del cielo’ y ‘La sombra sobre Innsmouth’ son algunos de sus grandes textos donde el horror nace de la sospecha de que la vida carece de sentido, desplazando como objetos de espanto al demonio, los cadáveres, los fantasmas. Su prosa combina sinuosas construcciones con una jerga pseudocientífica y provoca un agudo extrañamiento”.
Para el escritor Nicolás Correa, que ya presentó dos libros de una trilogía del género de terror (Súcubo e Íncubo, ambas por Wu Wei), Lovecraft es un escritor de culto al que aún hoy muchos intentan imitar. Leyó a Lovecraft a los 12 años. “Después de mucho trabajo conseguí vender una bicicleta vieja que estaba en casa. Con la plata de esa venta me acerqué a la librería y empecé a investigar los estantes. Quiso el destino que en mis manos cayera El Necronomicón. Llegué a casa fascinado. Estuve encerrado un día entero, y cuando mi madre se acercó a investigar qué era lo que me llamaba la atención, descubrió el libro. Según ella, el libro estaba maldito y me obligó a que lo devolviera. Por suerte, la lectura ya había hecho su trabajo”. Los relatos de El Necronomicón son quizá la obra maestra de Lovecraft, el escritor que creó una mitología del mal.