Por José María Marcos, especial para Insomnia, Nº 137, mayo de 2009 (*)
Si bien su obra se nutre de diversos géneros, Ricardo Curci ha publicado hasta el momento dos libros de cuentos donde está muy presente el horror ante la vastedad del universo tal como lo definió Howard Philips Lovecraft (1890-1937). En su célebre Supernatural Horror in Literature, el Maestro de Providence expresó que estas historias deben incluir “algo más que un misterioso asesinato, unos huesos ensangrentados o unos espectros agitando sus cadenas según las viejas normas. Debe respirarse en ellos una definida atmósfera de ansiedad e inexplicable temor ante lo ignoto y el más allá; ha de insinuarse la presencia de fuerzas desconocidas, y sugerir, con pinceladas concretas, ese concepto abrumador para la mente humana: la maligna violación o derrota de las leyes inmutables de la naturaleza, las cuales representan nuestra única salvaguardia contra la invasión del caos”.
En su primer libro, Los Casas, el autor presenta una serie de relatos interrelacionados por personajes al borde de la desesperación y de la locura. En medio de una brumosa realidad, dos mellizos profundizan su apego por el mal a medida que crecen, un arquitecto se siente Dios y se propone construir una casa como si fuera una catedral, un fabricante de “nuevos animales” mantiene en vilo a su comunidad, un farmacéutico lucha contra la muerte mediante fórmulas especiales y un hombre esconde un secreto en su armario, entre otros personajes de una larga galería de monstruosidades.
Los cuentos de Los seres intermedios comparten lo anormal como columna vertebral, profundizando en la evocación de mitos y leyendas y en cierta obsesión por las enfermedades y el paso del tiempo. Como muestrario de este segundo libro, bastaría conocer a las viejecillas funebreras de “Las ancianas”, los personajes melancólicos de “La paloma eléctrica”, la voluntad malsana del profesor de Historia Antigua en “Las torres” y los ahogados que salen del mar en “La playa”, aunque, por supuesto, hay mucho más que vale la pena leer.
En contraposición de los monstruos tradicionales del género (Drácula, Frankestein, el gólem, la momia, etcétera), en estos cuentos de Curci afloran lo macabro, lo inasible y lo peligroso, en medio de una “definida atmósfera de ansiedad e inexplicable temor ante lo ignoto y el más allá”, a través de personajes que inquietan justamente por parecerse demasiado a reconocibles seres de carne y hueso.