Reseña de Monstruos de pueblo chico de José María Marcos (Galerna, 2015). Por José María Franchino Arnaiz para La Palabra de Ezeiza
Monstruos de pueblo chico cuenta la historia del docente Mariano que, radicado en la ciudad de Buenos Aires, quiere volver a Uribelarrea para abrir un museo gauchesco en la antigua casa de sus padres. Lo acompañan en la aventura su esposa y sus hijos, quienes desconocen que él guarda un secreto: regresa también al pueblo para enfrentar a un “mostro” que no sólo habita en los sueños.
En la historia conviven pasajes del Martín Fierro de José Hernández con una larga tradición de leyendas presentes en el relato oral bonaerense. Gracias a la pluma de José María Marcos, el tenebroso Edgar Allan Poe, el arte de los payadores, los cantores sureros y hasta el humor de Julio César Castro y Alberto Laiseca parecen hechos de una misma esencia.
La historia se arma alrededor de la puesta en marcha de un museo, que exhibe cincuenta rostros inspirados en la obra de Hernández y que juegan un papel estelar en este atrapante thriller, que homenajea a la literatura gauchesca desde una original mirada.
Una curiosidad: Monstruos de pueblo chico toma de la realidad la existencia del Museo José Hernández de Uribelarrea (donde se exponen en forma permanente los rostros del Martín Fierro creados por la artista plástica Regina Bigiotti). La novela está dirigida al público juvenil y fue editada por Galerna en su colección Infantil, dirigida por Franco Vaccarini.
(*) Jueves 15 de octubre de 2015