María Pía López, directora del Museo de la Lengua (Biblioteca Nacional) , hizo un balance de
la actividad del 30 de abril de 2014 en su muro de Facebook. “Maratón de lectura. Y no sólo. Empezó
Liliana Herrero cantando Salitral. Solita. Ingrid Beck abrió luego una
larguísima sucesión de lectores que cerró, cuando ya estábamos ateridos los
últimos resistentes, Gabriela Cabezón Cámara. En esas largas horas escuchamos
escritos hermosos de los presentes o elegidos por los lectores; alguien perdió
sus papeles y Vanina Escales leyó mientras su hijo Simón quería robarle el
micrófono. En la plaza una podía escuchar un rato las lecturas, alejarse a los
corrillos de conversación, pensar acciones futuras. La composición de reunión
festiva —de gente que se encuentra o se conoce o se reconoce en esas lides—, de
belleza —se leían obras que, aún las más oscuras o desoladas, eran bellas— y de
compromiso, configuran un modo de la política. Alejado, claro, de sus rutinas
tradicionales. Pensé lo que ocurría, ya al borde del cierre de la noche, como
las viejas colchas de crochet que había en lo de mi abuela, creo que hechas por
ella con cuadraditos de colores que luego de tejidos se iban uniendo. Pensé,
digo, que cada lector tejía un cuadradito, heterogéneo, hecho de sus lanas,
obsesiones, gustos y temores, y que en la plaza se cosía. También que esa
colcha que se tejió un 30 de abril puede coserse con otras y otras y otras...”.
Fui parte del evento leyendo un fragmento de “Función de cine en Auschwitz”, de
Bernardo Kordon, del libro Manía ambulatoria (1978).