Por Juan
Manuel Rizzi, para La Información, edición de julio de 2012.
Magíster en Periodismo y Medios de Comunicación (Universidad
Nacional de La Plata), trabajó en La
Palabra de Cañuelas durante una década (1991-2001) y actualmente dirige el
semanario La Palabra de Ezeiza
(fundado en febrero de 1995). Nacido el 17 de septiembre de 1974 en
Uribelarrea, ayudó a sus padres Ignacio Marcos y Silvia Adriana Gorostidi a editar Uribelarrea, un pueblo de puertas abiertas,
publicado en 2007.
Tras resultar finalista en el IV Premio de Literatura de
Terror Villa de Maracena 2009 (Granada, 2009), ganó el Concurso Nuevo Sudaca Border
2010-11, de la editorial Eloísa Cartonera (Buenos Aires, 2011), y obtuvo el 1º
Premio en el XVII Concurso de Cuentos Fantásticos y de Terror Idus de Marzo
(Dos Hermanas, Sevilla, 2011). En 2011, el conjunto de su obra recibió el
reconocimiento del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires y la
Dirección de Educación y Cultura de la Municipalidad de Ezeiza ,
por su aporte a la
literatura bonaerense.
—Desde hace varios
años estás dedicado al horror contemporáneo. ¿Qué es lo que atrae de este tipo
de historias?
—Desde chico me atrajeron los relatos fantásticos, todo
aquello que ponía la realidad patas para arriba, para pensarla de una manera diferente.
Las historias de terror son una escuela de imaginación, porque a través de
símbolos y de situaciones anómalas nos hablan de los grandes temas de la vida.
Las pulsiones de vida y de muerte, lo más ancestral, lo que trasciende las
épocas, siempre sobrevuela estas historias extravagantes.
—¿Cómo fue trabajar
en el taller de Alberto Laiseca?
—Conocer a Laiseca fue clave. Lo descubrí como narrador en
ISAT (donde tenía el ciclo “Cuentos de terror”), y luego leí sus textos. Eran
los principios del 2000, yo ya escribía, pero quería hacer la experiencia de un
taller literario, y un día lo llamé. Él ama las historias de terror, piensa que
son fundamentales para comprender la existencia, y me infundió la seguridad de
que valía la pena crear nuevas historias de horror.
—¿Qué tipo de
material publican a través de Muerde
Muertos ? ¿Qué expectativas tienen? ¿Cuáles son sus próximos
proyectos?
—Como dice nuestro blog, la editorial busca especializarse
en “literatura fantástica, terror, erótica y afines”. El objetivo es ir sacando
títulos en la medida de nuestras posibilidades. Por ahora, hemos editado seis
títulos, con buena recepción, a partir de los cuales hemos sido invitados a
varias ferias y festivales literarios. Hay varios proyectos dando vueltas, pero
lo que podemos confirmar es que, antes de fin de año, publicaremos un libro de
cuentos de Marcelo Guerrieri (Árboles de
tronco rojo), y para el año próximo un nuevo libro de Laiseca.
—La novela Muerde muertos
ya es la segunda en colaboración con tu hermano. Contanos algunos de los
mecanismos y el resultado de escribir de a dos, experiencia bastante atípica.
—En Argentina, una de las más célebres colaboraciones pertenece
a Borges y Bioy Casares, pero, como bien decís, se trata de una experiencia infrecuente.
En nuestro caso, la colaboración funciona por la complicidad de hermanos. Nos
llevamos apenas dos años de diferencia, compartimos nuestra infancia, y quizás yo
fui el primer lector de sus textos y él el primero de los míos, en una época
donde no hablábamos de literatura, sino que era todo juego, y nuestra escritura
funciona como una forma de prolongar aquella felicidad compartida.
—¿Podés adelantar
algo de la nueva novela escrita con tu hermano?
—Es un policial fantástico contado a través de cartas, con
dos personajes centrales: un anciano radicado en Buenos Aires (que busca el Tratado teórico del oficio de muerde muertos ) y
otro en Salamanca (que quiere saber sobre el destino de su hermano). Si bien
mayormente transcurre en ambas ciudades, nos damos el gusto de pasear por
Uribelarrea. Es una novela fundacional, porque lleva el nombre de la editorial
y viene a revelar quiénes son estos extraños muerde muertos , o
croque-morts, que en Europa cumplían con el protocolo pre-médico de comprobar
la efectiva muerte de un sujeto mediante una buena mordida en el dedo gordo del
pie. Nuestro deseo es que los lectores se diviertan con esta nueva historia y
sientan tanto placer como cuando le damos una buena mordida al objeto de
nuestro deseo.