“El fondo del corazón es árido. El hombre siembra sólo aquello que puede… y lo cuida”. Stephen King, Cementerio de animales

Entrevista en La Información: “Las historias de terror son una escuela de imaginación” (JMM)

Por Juan Manuel Rizzi, para La Información, edición de julio de 2012.

José María Marcos está dedicado a desarrollar una obra vinculada al horror contemporáneo. Ha publicado el libro de cuentos Los fantasmas siempre tienen hambre (2010) y las novelas Recuerdos parásitos (quién alimenta a quién...) (2007) y Muerde muertos (quién alimenta a quién...) (2012), ambas escritas con su hermano Carlos, con quien creó Editorial Muerde Muertos. Prologó la reciente edición de Beber en rojo (Drácula), de Alberto Laiseca, y sus relatos, reseñas y entrevistas sobre literatura fantástica han aparecido en diversas revistas, como Insomnia y miNatura.
Magíster en Periodismo y Medios de Comunicación (Universidad Nacional de La Plata), trabajó en La Palabra de Cañuelas durante una década (1991-2001) y actualmente dirige el semanario La Palabra de Ezeiza (fundado en febrero de 1995). Nacido el 17 de septiembre de 1974 en Uribelarrea, ayudó a sus padres Ignacio Marcos y Silvia Adriana Gorostidi a editar Uribelarrea, un pueblo de puertas abiertas, publicado en 2007.
Tras resultar finalista en el IV Premio de Literatura de Terror Villa de Maracena 2009 (Granada, 2009), ganó el Concurso Nuevo Sudaca Border 2010-11, de la editorial Eloísa Cartonera (Buenos Aires, 2011), y obtuvo el 1º Premio en el XVII Concurso de Cuentos Fantásticos y de Terror Idus de Marzo (Dos Hermanas, Sevilla, 2011). En 2011, el conjunto de su obra recibió el reconocimiento del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires y la Dirección de Educación y Cultura de la Municipalidad de Ezeiza, por su aporte a la literatura bonaerense.
—Desde hace varios años estás dedicado al horror contemporáneo. ¿Qué es lo que atrae de este tipo de historias?
—Desde chico me atrajeron los relatos fantásticos, todo aquello que ponía la realidad patas para arriba, para pensarla de una manera diferente. Las historias de terror son una escuela de imaginación, porque a través de símbolos y de situaciones anómalas nos hablan de los grandes temas de la vida. Las pulsiones de vida y de muerte, lo más ancestral, lo que trasciende las épocas, siempre sobrevuela estas historias extravagantes.
—¿Cómo fue trabajar en el taller de Alberto Laiseca?
—Conocer a Laiseca fue clave. Lo descubrí como narrador en ISAT (donde tenía el ciclo “Cuentos de terror”), y luego leí sus textos. Eran los principios del 2000, yo ya escribía, pero quería hacer la experiencia de un taller literario, y un día lo llamé. Él ama las historias de terror, piensa que son fundamentales para comprender la existencia, y me infundió la seguridad de que valía la pena crear nuevas historias de horror.
—¿Qué tipo de material publican a través de Muerde Muertos? ¿Qué expectativas tienen? ¿Cuáles son sus próximos proyectos?
—Como dice nuestro blog, la editorial busca especializarse en “literatura fantástica, terror, erótica y afines”. El objetivo es ir sacando títulos en la medida de nuestras posibilidades. Por ahora, hemos editado seis títulos, con buena recepción, a partir de los cuales hemos sido invitados a varias ferias y festivales literarios. Hay varios proyectos dando vueltas, pero lo que podemos confirmar es que, antes de fin de año, publicaremos un libro de cuentos de Marcelo Guerrieri (Árboles de tronco rojo), y para el año próximo un nuevo libro de Laiseca.
La novela Muerde muertos ya es la segunda en colaboración con tu hermano. Contanos algunos de los mecanismos y el resultado de escribir de a dos, experiencia bastante atípica.
—En Argentina, una de las más célebres colaboraciones pertenece a Borges y Bioy Casares, pero, como bien decís, se trata de una experiencia infrecuente. En nuestro caso, la colaboración funciona por la complicidad de hermanos. Nos llevamos apenas dos años de diferencia, compartimos nuestra infancia, y quizás yo fui el primer lector de sus textos y él el primero de los míos, en una época donde no hablábamos de literatura, sino que era todo juego, y nuestra escritura funciona como una forma de prolongar aquella felicidad compartida.
—¿Podés adelantar algo de la nueva novela escrita con tu hermano?
—Es un policial fantástico contado a través de cartas, con dos personajes centrales: un anciano radicado en Buenos Aires (que busca el Tratado teórico del oficio de muerde muertos) y otro en Salamanca (que quiere saber sobre el destino de su hermano). Si bien mayormente transcurre en ambas ciudades, nos damos el gusto de pasear por Uribelarrea. Es una novela fundacional, porque lleva el nombre de la editorial y viene a revelar quiénes son estos extraños muerde muertos, o croque-morts, que en Europa cumplían con el protocolo pre-médico de comprobar la efectiva muerte de un sujeto mediante una buena mordida en el dedo gordo del pie. Nuestro deseo es que los lectores se diviertan con esta nueva historia y sientan tanto placer como cuando le damos una buena mordida al objeto de nuestro deseo.